Bla Bla Bla Goodbye Bla Bla Bla

domingo, 12 de abril de 2009

El crucificado, Joep Van Liefland y tres ejecuciones.




Olvídense de que los Evangelios del Nuevo Testamento tratan sobre el amor que Jesucristo predicaba mientras iba abrazando a niños, a leprosos y a tullidos y que tenía un corazón de oro, prácticamente "divino": todo mentira, como muchos de Vds. ya sabrán, porque semejante doctrina y semejante iluminado tienen infinitamente más mala leche que las tonterías que pueden ver pasearse alegremente por esta su casa amancebada.

Yo al menos no les digo que "no vengo a traer la paz, sino la espada, porque he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre y a la nuera contra su suegra" (Mateo 10-34), que es una frasecita como para preocuparse un poco, sobretodo si se tienen hijos; y mucho menos les digo cosas del calibre de "No den cosas sagradas a los perros, ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que se las pisoteen y después se vuelva contra Vds. para destrozarlos" (Mateo 7-6), porque no puedo estar menos de acuerdo, ya que si algo se hace en esta su casa es precisamente eso. Mejor vayan a los textos originales, ilústrense, reflexionen y espántense a su gusto y no dejen que ningún curilla, de esos que quieren echarles mano a la bragueta, se los resuma como un "mensaje de amor".

También habrá cretinos, que de todo hay en esta viña del señor, que se quejen de que el "mensaje" de Jesucristo está adulterado por la iglesia católica. Estos sobretodo son los que deberían dar un repaso a los evangelios y acto seguido dar gracias de que así es la cosa, porque Jesusito era un psicópata de muchísimos quilates y su reino de otro mundo no se diferencia demasiado de la idea del paraíso en la tierra de un, por ejemplo, Pol Pot o de los Legionarios de Cristo Rey que son sus impecables seguidores y los mayores admiradores.


Un amigo mío, el artista holandés Joep van Liefland, suele hacer unas instalaciones divertidísimas tituladas "Video Palace" en las que recrea en un container, en un local en ruinas, en una cabina de fotomatón o hasta en una chabola hecha con basuras y plásticos, ese ambiente de los videoclubs de los años 80, ya saben, el porno, el gore y la serie Z como nuevo fenómeno de masas y el culto a la imagen que representan.

En estas instalaciones, que al menos van por la #23, muchas veces es él mismo el protagonista de algunas de las películas que se proyectan, como "Broccoli hardcore" o "Compulsive little plastic wrap bitch", títulos que dejan bastante poco a la imaginación.

El caso es que Joep, quedó completamente fascinado durante un viaje que hizo por España durante semana santa; y es que le impresionaron tanto los tamboriles, los latigazos, los nazarenos y los Cristos penitentes que decidió dedicarle un "Video Palace" a todo aquel mundo de dolor y de imagen tan potente, bajo el título de "Video Chapel" en el que penitentes, lágrimas, sangre, sudor y cilicios desfilando por la calle la promesa de redención saltaban de pantalla en pantalla.

Un sanísimo divertimento que sacaba a la luz la vertiente más perversa de todos estos grupos que pasean a su aire por nuestra geografía durante estas fechas de constricción como si toda la escandalera que montan fuera lo más normal del mundo.


(Btw, greetings from Spain Joep!)

Y es que el sadomasoquismo que rezuman estos grupos, es de una sofisticación y unos altos vuelos de los que no se ven ni en los locales más oscuros dedicados a las cadenas, el latex y a la obra de José Luís Garci.

Primero son sádicos por querer revivir el martirio de un iluminado al que los suyos le dieron matarile, y de paso martirizar a los pobres vecinos con sus siniestros disfraces y saetas.

Segundo son masoquistas por querer expiar el ser un hijodeputa con la familia, los amigos y los vecinos, a base de cilicico, latigazos o chinchetas en los genitales. No sé yo qué bien puede hacer a los que sufren las iluminaciones, desaires y agravios del penitente, que me parece que bien poco: Déjen que los agraviados les den los latigazos o en su defecto pídanles perdón, seguro que la cosa tiene mucho más beneficio social que darse viajes vestido con un capirote por las calles de su pueblo.

Pero mesías, muertos, vivos o resucitados, no faltan y nunca lo harán.

Los pobrecitos informáticos paletos, faltos de cariño y afecto, tienen a San Neo, San Kojima, San Frodo y a Santa Amélie Poulain de la poesía de las pequeñas cosas para cerebros aún más pequeños, a los que poder rezar, imitar y consolarse de lo mundano del mundo y de la carnalidad de la carne; y si buscan más mesías actuales pueden buscar a un Osama Bin Landen, a un L.Ron.Hubbard o a un Sun Myung Moon, porque son todos iguales y no me cabe la menor duda de que ese mithos mesianico de Nazaret, hoy en día estaría poniendo bombas en orfanatos "por nuestra salvación". Si, díganme que no, que su mesías es "más mejor" y lava más blanco.


"El mesías".Guste a quien no le guste: Voy a empezar a usar el filtro de Google,¡qué obscuridad!...

Quiero recordar, en estas fechas tan entrañables y familiares, en qué consistía la crucifixión (pena reservada a criminales extranjeros y posteriormente a los primeros cristianos), se lo cuento en un periquete, para que se escandalicen y santigüen a su gusto:

Primero se desnudaba al reo y se le flagelaba, ni mucho ni poco, al gusto. Un vez que estaba bien dolorido y mareado, se le daba un paseillo cargando con el travesaño superior de su propia cruz hasta la zona de ejecución, que no caía nunca precisamente cerca.

Un vez en el lugar se le introducían dos clavos de madera en sus muñecas o antebrazos (dependiendo de la altura del ejecutado) clavándole así a la cruz, crucificándole, mientras se le ataban los pies a una pequeña plataforma de madera (llamada ménsula) que sobresalía del travesaño vertical, y con toda la estructura montada se alzaba, ¡alehop!, con brío, pero con mucho cuidado y prudencía para que no se les resbalase, se cayera la cruz y aplastara a algún inocente despistado.

Si el reo tenía suerte y algún centurión piadoso le daba un par de tientos con el pilum, sumando además el agotamiento y el centenar de latigazos penitenciarios, las heridas le causaban una muerte relativamente rápida por desangramiento. Es decir que lo que parece regodeo, abuso policial y mala baba es en realidad caridad y gesto compasivo para que el reo soporte el menor tiempo posible la tortura de la cruz y no sufra.

Si el crucificado no tenía suerte y estaba más sano que Spartacus, agonizaba durante días hasta que la asfixia (causada por su propio peso) o la deshidratación se lo llevaba al reino de los cielos. y todo eso mientras era comido vivo por insectos, por alimañas y por pájaros. ¿Esto no se lo solían decir en la catequesis, eh?.

Además, para echar más pathos a la cosa, a la zona reservada para el castigo por crucifixión, siempre alejada de la ciudad, el monte Gólgota en este caso, no solían acudir más que la pareja de la Benemérita Legionaria, los carpinteros y el ingeniero de obra encargados de que el condenado fuera crucificado según las leyes romanas y no de cualquier manera. ¡Menudo eran los romanos, pura burocracia y ordenanza, nada que ver con los romanos actuales que son puro caos!.

Por otra parte olvídense de curiosos, familiares y demás ociosos porque aquellas zonas insalubres, focos de enfermedad y que apestaban a carroña, sólo eran frecuentadas por perros salvajes y alimañas que se alimentaban de los restos humanos de la zona y de los muchos cadáveres de crucificados a los que nadie había reclamado (o robado) y por tanto sus despojos seguían colgando al sol como un chorizo. Un cuadro.

A Jesús dicen que lo bajaron los exaltados de su secta escondidos por la oscuridad de la noche, pero Dimas, el buen ladrón, se quedó crucificado y no lo bajó ni Dios.



P.S.1:

Uno de los aspectos más tétricos de los seguidores del bastardo de Nazaret, es esa alegría con la que pasean un instrumento de tortura y muerte, como es la cruz, en tatuajes, bragatangas y colgando de todo tipo de cadenitas, con esa alegría, inconsciencia y pasión.

Algunos dicen que así tienen presente, a la vez que hacen sentido homenaje, al mesías que murió por ellos y por los pecados de toda la humanidad. ¿Y si hubieran ejecutado al Nazareno de otra manera?, ¿Pasearían con horcas o guillotinas con tanta alegría?

Recordemos juntos tres de las más alegres formas de ejecución; si, tengo el día morboso.


-La Horca:

La horca que empezó a hacerse popular en la Baja Edad Media, tiene dos vertientes (como el arado), atentos:

Una vertiente más "piadosa", en la que al reo se le deja caer desde cierta altura y, si el nudo corredizo está bien colocado en la nuca, cerca de debajo del oído, el peso es el suficiente y la caída es de al menos 2 metros, la brusquedad de la parada rompe el cuello del pobre infeliz provocándole una muerte instantánea. Existen casos en los que la caída al ser demasiado grande lejos de ahorcar al condenado la soga lo decapitaba, y otros en los que por fallar el nudo, la medida de caída o por el peso del ajusticiado, éste no acababa ahorcado sino asfixiado.

Esta es precisamente la versión más siniestra de la horca. El reo es alzado con la propia cuerda elevándole en el aire, cerrándose así el nudo corredizo con su peso, y se le mantiene colgando hasta su fallecimiento. Esto provoca la muerte por asfixia después de un pataleo y una agonía de 10 minutos o de cinco horas, y al ser tan impredecible como aparatosa las autoridades sanitarias siempre aconsejan no fumar y optar por el primer caso de ahorcamiento que, aún con la incomodidad de tener que construir un patíbulo improvisado, es más eficiente y rápido.



-La guillotina:

La guillotina de monsieur Guillotín, que murió de un mal catarro como la gente decente de su época, fue el gozo de sus conciudadanos revolucionarios.

Su invento, como todos los grandes inventos es de una sencillez y eficacia tremenda: Una camilla sobre la que se tumba al reo, mientras su cabeza queda atrapada por un cepo, y una estructura con guías que dirigen la caída de una hoja de acero, pesada y afiladísima, en dirección a su cuello.

La decapitación, excepto en algunos desgraciados casos debidos al mal cuidado de la cuchilla, por falta de un engrasado adecuado o por los restos de cuero cabelludo y restos humanos que tienden a colarse en las guías, es inmediata, cercenando la cabeza del ajusticiado y cayendo a un cesto preparado para ese fín, sin que le de tiempo a darse cuenta de qué es lo que ha pasado y sin que pegue ni un sólo grito ni se cague en los familiares de los mirones y curiosos.
¡Vive la france!.


Señor, señor ¿Por qué me has... ¡ZAS!

-Asaetamientos y apiluminaciones: los abuelos del fusilamiento.

A San Sebastián ya lo asaetearon a base de bien, y es que este sistema de ejecución, que luego se haría aún más popular, es todo un beneficio: Por el mismo precio se entrenaba a los reclutas más jóvenes y se hacían apuestas sobre la puntería de los más veteranos, me imagino.

El caso es que, al igual que su vertiente moderna con armas de fuego, esta forma de ejecución es imprecisa, humillante e insegura.

Vaya, seguro, es seguro que el ajusticiado no sale por su propio pie del trance, eso segurísimo; lo que no es tan seguro es que la muerte se produzca tras la primera descarga, ni la segunda, ni la tercera, por eso años más tarde se optó por concluir el "entretenimiento" con un acertado disparo en la nuca y evitarse gritos, agonías y la poca seriedad de un tío que no se quiere morir porque unos "reclutas con niño" le están llenando de plomo el pecho, los brazos y la barriga sin acertar en ningún órgano vital.

Olvídense de los fusilamientos cinematográficos, porque si son de esos que creen que el cine les enseña, les educa y les ilustra en grado sumo, viven muy engañados o son unos panolis.

Como a nuestros queridos romanos lo de la rapidez les daba igual, porque así duraban más las apuestas, digo yo, pasaron unas cuantas tardes de lo más entretenidas convirtiendo al cristiano de turno en un alfiletero, turnándose con el arco o con el pilum en intentar acertar al reo atado a una estaca o a al árbol de turno, hasta que se recogían al cuartel porque se iba haciendo de noche, refrescaba y además el reo se había muerto desangrado y sin avisar hacía horas.


"¡Os perdono, os perdono, pedazo de cabrones!"

P.S:

Por si acaso, tengan especial cuidado durante estos días con los dioses resucitados: si ya no son de fiar vivos, imaginenselos resucitados, con hambre, y encima apocalipticos y rencorosos.


¡Cordero de Dios!, ¡ñam, ñam, ñam!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

chinga tu madre!

Parado Amancebado dijo...

¡Qué barbaridades dice el autor del Lazarillo, Dios mio!

Parado Amancebado dijo...

Qúe cosas más feas dice el autor de El Lazarillo, madre mía...

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