Leo, y releo en la prensa e intento entender, sin mucho éxito, la esperpéntica aventura de un matrimonio barcelonés. Un jolgorio si son aficionados al humor más negro.
Erase una vez una pareja moderna que se marchó de vacaciones, digamos a Torremolinos. Se hartaron de paella, de sangría, de sol, de paseos románticos a la luz de la luna y él hasta cogió hongos en la ducha del hotel: Unas vacaciones como Dios manda.
Después de 6 horas de carretera, cinco de atasco y cuatro intentando encontrar aparcamiento, los deliciosos enamorados, cansados y empezando a despellejarse, llegan a su humilde pero digna casa y empiezan a subir los cinco pisos sin ascensor arrastrando toneladas de suvenires, cubitos de playa, las aletas y las dos docenas de toallas robadas del Hotel Casimiro.
Pieza antropológica ilustrativa del día a día en Torremolinos.
Al llegar a su puerta creen escuchar un coro de ángeles cantando "Home, Sweet home Alabama" pero no... Lo que escuchan es el crack, clas, crok de su llave que no entra bien en la cerradura y lógicamente como cualquier ingeniero les puede decir: "Podemos asegurar con un margen de error del 2% que la puerta no se va a abrir". Cosa muy rara, pero hasta en las mejores familias cosas raras ocurren.
Entre llaves para arriba, las llaves para abajo, las promesas de venganza ciega y las amenazas mutuas de divorcio fulminante nuestro conciudadano (Josep M, Josef K a partir de ahora) decide llamar a un amigo de la universidad al que no llamaba desde hacía años, después llama al servicio horario para saber si su reloj está en hora e inmediatamente después llama a su primo que es cerrajero.
El primo, para que luego digan de los primos, llega en un periquete con sus herramientas y al grito de "ábrete Sésamo" se pone manos a la obra para que nuestros amigos veraneantes puedan por lo menos ducharse y cenar, lujos de una vida aburguesada.
Cuando el superprimo casi está a punto de lograr abrir la puerta, la puerta... no, no lo van a adivinar ¿qué hace la puerta? ¡La puerta se abre! Pero no por las buenas artes y mejor oficio del primo de Zumosol, no amigos, la puerta es abierta por un señor que asustado por encontrarse a dos despellejados con maletas cubitos de arena y palas y un señor en chándal-pijama metiendo hierritos en la cerradura pregunta muy serio:
-¿Qué hacen aquí?
¿qué hacen aquí? Sigan leyendo:
Un pregunta concisa y bien planteada, pero como todas las cuestiones relativas al Ser, de dificilísima respuesta. Mientras que su primo de rodillas y aún con las ganzúas en la mano se queda descolocado por la aparición y su pobre mujer está a punto de cortarse las venas, Josef K, que ha sido materialista ateo de toda la vida y por lo tanto sabe por dónde suelen ir esas preguntas con trampa, sin arrugarse contesta con todo el salero del mundo:
-¿Cómo que qué hago aquí? ¡Esta es mi casa!.
Acaso por soberbio, quizá por posesivo, a lo mejor por el tono... ¡nunca lo sabremos! pero el caso es que nuestro desconocido Zen se toma muy mal semejante respuesta y le contesta antes de cerrar violentamente la puerta:
-¡De eso nada!
¿Hay algo más bello y más formativo que esta bellísima historia? ¡Ya lo creo! Pero de momento aquí van dos Haikus amancebados:
Puerta cerrada.
Mi casa es mía.
¡De eso nada!
El que abre no tiene.
El que cierra tampoco.
Veraneo en Torremolinos.
Después de esta agradable pausa poética, continuemos con esta narración tan siniestra, que aún tiene mucha miga:
El primo, como tiene casa (y si no se mete con sus herramientas en cualquier otra) se marcha, pero nuestra pareja, nuestra pobre pareja de veraneantes desahuciados no. No sólo no tienen una casa donde dormir (ya de la cena y la ducha nos olvidamos), sino que ya ni siquiera están cansados del disgusto.
Con sus maletas, sus cubitos y palas, sus aletas y una sensación entre pánico y psicosis deciden acudir a denunciar el happening existencialista radical a la comisaría más cercana. Los mossos d`Esquadra, gente seria ya se sabe, primero les preguntan por el tiempo que hacía en Torremolinos y después envian a los dos novatos a que se pringuen en el asunto, busquen pistas y hagan un poco de experiencia anti-criminal en las calles salvajes de la ciudad.
Desgraciadamente aquella noche iba a continuar siendo una mala noche para Josef K y su mujer (su primo ya estaba en su casa, borracho de cazalla, viendo trois couleurs: Rouge en DVD y se lo estaba pasando pipa), porque "sin una orden judicial" los Mossos no podían hacer nada". Josef K empezó a buscar la cámara oculta preso del pánico y su mujer rompió a llorar como una madalena... No es para menos, no.
Con la denuncia puesta en comisaría y juzgados empieza un alegre tobogán de órdenes de desahucio, condenas, recursos y largas de hasta la juez enrollada de turno por aquello de que los invasores zen "carecen de medios" y no va a ser cosa de sacarles así de buenas a primera. Unas risas...
Hasta Manu Chao ha pasado por el piso de Josef K...
Como en estos saraos tan salados nunca faltan los canapés, la historia esta llená de ellos: El piso "pirateado" es un piso de protección oficial gestionado por el Patronato Municipal de Vivienda de Barcelona por lo que, atentos a la mayonesa de la gamba, nuestra alegre pareja, el dúo dinámico sigue pagando religiosamente el alquiler del piso, igual que la luz, el teléfono y el agua por miedo a que si dejaran de hacerlo se les quitase, aún más, el derecho a morar mora la zarzamora en ese palacio del amor romántico, en ese templo de las ilusiones, las esperanzas y las hipotecas a 60 años.
Cualquier persona socialmente responsable puede mantener dos casas holgadamente, eso al menos dicen por los bares de madrugada, y eso es lo que hacen Josef K y su mujer que han alquilado otro nidito de amor para ir tirando estos 16 meses que dura la divertida aventura y evitar que la llama de la pasión y la ilusión se apaguen, aunque se rumorea que no han vuelto a irse de vacaciones y que siempre uno de ellos está montando guardia en su "nueva" casa.
Pero como "compartir es vivir" y viendo que "unos tienen tanto y otros tan poco", nuestros inquilinos fantasmas decidieron hace unos días, en pleno arrebato de alegría, repartir las pertenencias ajenas con el noble deseo de que cada contenedor de basura se convierta en el país de Jauja de cualquier transeúnte.
Alertado por un vecino cotilla, egoísta y poco tolerante, Josef K puedo contemplar cómo su ropa, sus libros, sus muebles y hasta el televisor hacían amistad con mondas de naranjas, compresas, huesos mordisqueados y todo tipo de fauna y flora urbana descubierta y por descubrir.
"Vale que mi vida es una mierda, ¡pero tanto!" debió de pensar Josef K pero no dijo nada, por eso la prensa no lo recoge en esta divertidísima notica (fuentes: El país y Libertad digital)
Este suceso tan estupendo me ha dado muchas horas de sabrosa reflexión intelectual durante estos días; por un lado he confirmado por enésima vez que "el hombre es un cabrón para el hombre" (homo homini capra) y que "es mucho mejor no tener nada o tener mucho, porque si se tiene un poco uno recibe palos de todas partes".
Entre otras perlas también he llegado a la conclusión de que en esta bellísima sociedad de cobardes, acomplejados y neuróticos no sólo es mucho más fácil, sino preferible, ser el verdugo que la víctima. Mientras que el verdugo cuenta con docenas de voceras justificando su proceder con todo tipo de sistemas de pensamiento y ciencia infusa peregrina, la víctima, una más del montón pero siempre en soledad, de alguna manera termina por ser convertida en la responsable de todos los males del mundo por "su hipocresía, su cinismo y su apatía".
Por último me he enzarzado en un confuso monólogo sobre la violencia y sus usos en el que sigo enmarañado y del que no termino de salir con fruto sabroso del que dar cuenta. Cuando llegue a una solución conmigo mismo se lo haré saber desde esta página o desde su hermanastra incestuosa Café cadáver.
Sólo les diré una cosa:
El bofetón, el costillar deslomado y el ojo morado son dimensiones pedagógicas que se deberían tener muy en cuenta en el correcto desarrollo de los súbditos de este reino, y llegados el caso pueden llegar a ser unos elementos comunicativos inmejorables. Si Vds. han llegado a su edad sin que les hayan roto la cara, o sin rompérsela a alguien, no saben la experiencia vital y el conocimiento de Vds mismos y del mundo que se están perdiendo alegremente por una moda de temporada y una pedagogía deficiente humanisticamente hablando.
La justicia tiene una espada su mano derecha pero si el bueno de Josef K llevase un machete en su mano izquierda, con sólo enseñarlo un poquito, no tienen ni idea de la cantidad de malentendidos y despistes que podría resolver el pobre hombre sin esperar 16 meses.
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