Cojonazos, Camiones y Vacaciones

Los parados amancebados, al menos los de mi corte y pelaje que somos muy pobres pero intentamos ser honrados (esto es no robar al que no tiene y no pegar al que no puede defenderse, por ejemplo), no tenemos vacaciones; ni aunque parezca que nuestra existencia reciente es un eterno domingo por la tarde (con la feria cerrada y el pueblo echando la siesta).

Este tipo de parados amancebados entre los que me encuentro no pueden permitirse el lujo de unas vacaciones no sólo porque no tienen a dónde ir ni cómo, crematísticamente farfullando, sino qué, y más importante, no tiene a dónde volver después ni puede permitirse el lujo de olvidarse quién es, fingirse otro
y volver a si mismo después, porque sus registros vitales son pocos y precarios.
El parado amancebado no puede permitirse ser otro más que él mismo y esa es su cruz. No hay viaje posible para el que no puede ser turista amigos y sólo puede ser mendigo.

¿Hacer vacaciones de qué, de quién y adonde? Benditos los “empleados autosuficientes” porque ellos pueden cambiar de registro unas semanas cada año, ponerse unas chancletas como el actor clásico se cambiaba de máscara y descansar de sí mismo y de su vida en otro paisaje.
Cambiar la corbata o el mono azul por la chancleta tiene más peso en nuestra cultura y nos define mejor que cualquier alianza de civilizaciones o cualquier olimpiada en Pekín globalización incluida.

Claro luego llegaran las depresiones de septiembre, síndrome post-vacacional lo llaman los lumbreras doctorados en psicologogía por la Universidad a distancia de Tontodelhigo, siempre tan cercana y tan humana.

Aquí hilemos un poco fino, o lo que es lo mismo, atentos al matiz y a la voltereta circense, del total de individuos que uno puede encontrarse en cualquier playa tumbados como lagartos, haciendo castillos de arena o pisándole los suyos a los niños, paseando el tanga relleno de algodón por las mejores chiringuitos sólo un 5% podría mantenerse así indefinidamente sin perder la cabeza y que la historia no terminase en sangría a lo puerto hurraco. No lo digo yo sólo, lo dirá algún estudio que alguien habrá hecho, seguro.

Cojamos al resto, démosle unas vacaciones que nunca terminan, un día de fiesta eterno, y en tres meses se iban a cambiar las raquetas y los flotadores por los navajazos a la yugular y el destripe.

El que se deprime no es el turista que vuelve del paraíso de viajes Marsans vía RyanAir sino el “empleado” que sabe que el turista es una farsa, una farsa agradable durante un corto periodo de tiempo pero una farsa al fin y al cabo, e insoportable como tal a medio plazo y lo triste es que a la opción de la chancleta o la pequeña escapada sólo se le enfrentan los madrugones, la hipoteca tan basura como el contrato que tiene, los chuleos de su jefe y de sus compañeros algo menos chulos porque “aún” no son jefes y la imbecilidad cotidiana.

La escapada de fin de semana a Tombuctú y la visita “surprise” al Hermitage documentada con 450 fotos digitales con flash tronante son fármacos (farmakon en griego, que sin distinción significa veneno y cura), válvulas de escape, espejos en los que de una manera distorsionada y borrosa uno puede ver que la cosa podía ser aún mucho peor.

Pero que nadie me haga mucho caso, no seré yo el primero, ya que uno bordea últimamente las cunetas de la depresión y el exilio interior, como un Molloy de entrevías y sin bicicleta, intentando mantenerse en el centro del camino asfaltado del amancebamiento, que no es uno de rosas pero no es uno demasiado espinoso, a pesar de ver cómo los faros del camión del tiempo se perfilan claramente desde la curva y me están empezando a deslumbrar irremediablemente, será que viene de frente y va borracho y haciendo eses. Cada uno tiene su propio camión (menos loquillo, que se joda) como tiene sus propios fantasmas y sus propias verrugas y su cepillo de dientes, y el mío es el que me toca: imprevisible, peligroso e idiota.

Imagino que a otros les toca o se buscan, vaya V.D a saber, el modelo que a velocidad constante del punto A al punto B y carga ligera pero delicada, amén de conductor responsable que hace las paradas de sueño estipuladas por la ley, no bebe y entrega los papeles a la benemérita metafísica con una sonrisa en cada control, esperando así, pura matemática encontrárselo entre Mocillos de la Hoz y Navacerrada del Carnero el 23 de febrero del año 2038 a las 17.23h de una tarde lluviosa. Un 10 en aritmética.

No sé yo, que todo lo que sé lo sé con dudas y cosido con alfileres si en esos casos el calendario y la planificación triunfan sobre la contingencia y la mala baba, que me da que no pero me callo, eso sí, os aseguro que nadie se libra de que un día nos encuentre de frente y nos deje destripados y rotos. Que solos se quedan los muertos cuando todo el mundo se va de vacaciones.

Salvatore Quasimodo (Si, el de Notre Dame)lo dijo mejor que nadie:

Ed e súbito sera

Ognuno sta solo sul cuor della terra
trafitto da un raggio di sole:
ed è subito será

(Traducción chapucera y zote: Cada uno está solo en el corazón de la vida / atravesado por un rayo de sol /y de repente anochece.)
De regalo y relajo vuelvo al poema “Il pirla” de Eugenio Montale , genovés de accidente y de militancia metafísica hasta las trancas.


Il pirla:

Prima di chiudere gli occhi
mi hai detto: pirla!
Una parola gergale, non traducibile,
da allora me la porto addosso
come un marchio che resiste alla pomice
Ci sono anche altri pirla nel mondo
ma come riconoscerli?
I pirla non sanno di esserlo
se pure ne fossero informati
tenterebbero di scollarsi
con le unghie quello stigma

Traducción cazurra y amancebada: Antes de cerrar los ojos/ me has llamado cojonazos /una palabra en jerga /sin traducción posible / desde entonces la llevo encima / como una mancha que se resiste a la piedra pómez /Hay otros cojonazos en el mundo / pero cómo reconocerlos?/ Los cojonazos no saben que lo son / si alguien se lo hiciera saber/ intentarían arrancarse /con las uñas ese san Benito.)
El parado cojonazos que se deprime en verano.