Desgraciadamente el soberbio magazine online (que bien suena...) en el que participaba, ya saben el famoso Café Cadáver, cerró sus puertas hace tiempo. Curiosamente, merced a los tiempos en los que corremos y trotamos, ha sido un cadáver que no ha dejado pistas, se ha esfumado por completo, ha desaparecido. Lo bien que nos lo hemos pasado juntos, no somos nada.
La tarea de limpiar las entradas referentes al glorioso Café, especialmente por los links que ya no llevan a ninguna parte se me antoja titánica (ejem...), pero sobretodo bastante absurda. Lo que sí que es cierto es que de una manera bastante nostálgica me apena que algunos textos, tanto míos como ajenos, se hayan perdido en los mares de la Web 2.0 para siempre jamás.
Los ajenos no lo sé, pero los míos están convenientemente guardados en el carpetón correspondiente y algunos se me antojan lo suficientemente divertidos y propedéuticos como para darles una segunda casa en este blog; al menos unos pocos que irán viendo en los próximos meses.
Con estos buenos deseos, quiero rescatar el iluminado ensayo titutado "El bofetón Zen", pozo y abismo de sabiduría en el que pueden beber tanto niños como mayores; y encima además de gratuito es gratis, ¡yo sólo veo ventajas a esto!, ¡corran que se acaban!
-El bofetón Zen. Introducción.
Un domingo por la mañana el maestro Rapunkrisna preguntó a su alumno:
-¿Qué sonido hace una palma de la mano al aplaudir, chiquillo?
-Esta me la sabía pero no me acuerdo, maestro...- contestó el despistado alumno.
-Hace tal que “ansí” y asá ¡Plas, plas, plas, plas!
Y Rapunkrisna abofeteó tan fuerte a su alumno que hasta el mismísimo Buda quedó horrorizado por el rigor del sistema educativo.
“En la cuerda floja del Zen”
David Carradine
En nuestro vertiginoso mundo moderno, híper-tecnológico, torturador de perros, gatos y canarios, postmoderno y ultra-comunicado es posible que muchas veces nos sintamos vacios, perdidos, tristes sin motivo aparente. Vivimos más tiempo pero desaprovechamos el ahora de la vida, tenemos mejor acceso a la cultura y al conocimiento pero cada vez somos más ignorantes, tenemos más cosas pero somos más pobres y miserables, parece como que vamos pero resulta que venimos... ¿A qué se debe esto?
En gran parte a las centrales nucleares y a la caza de ballenas, por supuesto, pero también se debe a que no sólo hemos perdido nuestra conexión espiritual con la madre tierra, y su cuerpo la naturaleza, sino que hemos abandonado lo más esencial, lo más importante y lo más sagrado que todos llevamos dentro: Nuestro yo interior espiritual verdadero.
Este alma universal nuestra que comulga con el cosmos y que es hermana de todos los animalitos del bosque y de las ciudades, vive atrapada en un cuerpo cargado de toxinas y venenos y confundida por una mente constantemente bombardeada y ninguneada por los diabólicos hijos de la terrible ciencia asesina occidental en forma de radio, televisión, blogs de cine y moda, las opresivas e injustas leyes de la termodinámica y hasta la tabla periódica de los elementos.
¡Cómo añoramos las personas más sencillas y naturales, las más iluminadas, esa primera humanidad inocente y en comunión con el todo, que vivía feliz en cuevas con goterones y en el amor más profundo y el respeto más absoluto por la madre tierra y sus glaciaciones!
Eran otras épocas más sencillas pero más sanas a pesar de que con una mala temporada de caza y un invierno un poco duro niños y ancianos volvían al regazo de la madre naturaleza en forma de cadáver, todos eran mucho, pero muchísimo más felices, aunque la felicidad se inventase en el S.VIII.
Igual que esos pioneros solidarios, esos elfos modernos, esos rebeldes que construyen la esperanza y el futuro desde cero, con valentía, en esas comunas de seres libres que viven en granjas naturistas, jaimas y cortijos; gente de paz que a la menor sobredosis de “setas chamánicas”, bajan espantados en furgoneta al hospital regional a que les hagan un lavado de estómago, atropellando cabras, ciclistas y huérfanos perdidos por el camino si los hubiera o hubiese.
Nuestro espíritu llora, llora tanto como llora nuestro planeta, cada gota de lluvia es una lágrima, cada lágrima un planeta, cada planeta un drama, cada drama un espíritu... y así hasta el infinito cósmico de la rueda karmika de destrucción y creación. Es por ello que necesitamos absolutamente despertar, volver a reactivar todo lo que nos hace más personas y practicar cualquier técnica de meditación zen para que nuestros chacras se abran bien abiertos, cual ojete en cárcel turca, para favorecer la paz mundial, el fluir cósmico y la llegada de la nueva era de acuario: Una era de respeto y amor donde nos pasearemos desnudos y comeremos tofú.
Meditación transcendental a la hora de la siesta, sexo tántrico mercenario, turismo sexual en el lejano y milenario oriente o ejercicios de respiración con un buen Farias son algunos de los ejercicios más recomendados por los gurús castizos a la hora de expandir nuestra conciencia y nuestro corazón cósmico.
Yo personalmente practico desde hace décadas la poco conocida técnica de la bofetada-Zen (también conocida como” bofetón-zen” u “ostia brava-Zen”) y no puedo más que recomendar encarecidamente su uso y práctica para todos aquellos que desean mantener una condición espiritual serena, elevada, compasiva y despierta.
La bofetada-zen es sobre todo un gran elemento comunicativo, un ejercicio dialectico entre almas que está preñado de amor y de sabiduría; es pura poesía que toca siempre más el alma que la carne y que apoya con elegancia cualquier juicio moral justo y educa a la vez que ilumina, calienta y despierta: La bofetada-Zen es un acto de amor incondicional.
El bofetón-zen tiene una carga kármica tan potente que muchos hombres y mujeres, y sobre todo niños y niñas, han cambiado de raíz sus comportamientos antisociales, egoístas y nocivos después de recibir una o varias enseñanzas de esta técnica milenaria: Sus efectos son prácticamente mágicos y sus beneficios innumerables.
Déjenme introducirles en este fabuloso mundo místico a la vez que desgrano sus más finas técnicas y teorías para poder compartir con todos Vds. este evangelio de compasión. Como dijo el sabio Chimpa en su famoso haiku:
Loto florece en calma
¡Bofetada-zen!
Chapoteos en el estanque.
1-El mensaje antes de la acción:
Un estudiante vallisoletano de artes marciales preguntó a su sabio maestro:-Sensei, llevo muchos añosesforzándome y trabajando duro pero aún no me ha enseñado la técnica de la “bofetada-zen”. ¿Es que me tiene manía porque mis padres son rojillos?- Acércate un poquito más que no te he oído bien Vladimir... ¡PLAS!
La bofetada-Zen en el franquismo . Jorge Vestringe
Como si de un koan se tratase, la palabra es tan necesaria como la acción a la hora de practicar esta disciplina espiritual tan higiénica y reveladora. Una bofetada sin mensaje es tan ciega como un mensaje sin bofetada, un gesto que se pierde en el cosmos y que puede ser hasta malinterpretado por el ojo no iniciado como un ejercicio gratuito de violencia.
Esta enunciación no amenaza, no avisa, no engaña, debe ser siempre un digno ejemplo de humildad y poesía de las pequeñas cosas para dejar claro que “nos duele más a nosotros que a usted” y que “lo que hacemos lo hacemos por su bien”.
Es cierto que en algunos casos no es más que un mero adorno, como en los casos de histeria, con los fans de Tarantino, los informáticos o los chulos de discoteca, gente de oído muy duro y de corazón muy poco abierto al universo; pero no por ello debemos prescindir de su uso. La disciplina es muy importante sobre todo cuando creamos belleza y repartimos amor por el planeta.
El iniciado ante todo debe ser rápido para poder condensar la situación y poder pensar en una introducción adecuada para presentar el regalo de la bofetada. Recuerde siempre que no se le pide grandes florituras ni juegos lingüísticos: cuanto más esquemático y puro sea el lenguaje mejor será entendido. Recuerde que su principal inspiración viene de su corazón, busque en él sin miedo porque ningún camino que nos lleva hacia él es infructuoso.
Vean a continuación algunos de los ejemplos que ofrezco en mi fabuloso libro “La Bofetada-Zen: 2001 frases para 2001 situaciones”, publicado por Editorial Pentagrama Rosacruz al módico precio de 65€:
-Espere que le voy a presentar a cinco amigos... ¡plas!-¿Cómo se lo podría explicar como si fuera Vd. sordo?.... ¡PLAS!
-Le voy a partir el alma con mi mensaje de amor.... ¡Plas!
-Tenga un poco de vergüenza ajena hermano... ¡PLAS!
-Mi compasión le tolera pero mi mano no... ¡PLAS!
-¿Qué mi madre hace qué a quién en dónde? ¡Plas, plas, plas!
-También la luna llora el otoño de los cerezos en flor.... ¡PLAAAAAAS!
-Toquemos ahora el tambor cósmico del alma.... ¡PLAS, PLAS, PLAS!
¿Ven que fácil es amigos? ¡PLAS!. Lo van entendiendo, lo van entendiendo...
Otra dimensión a tener en cuenta es el efecto sonoro que surge de ejecutar el ejercicio de la bofetada-Zen con corrección (ver más adelante).
No hay mejor música ni mejor carta de presentación en fiestas y reuniones sociales: Escuchar el sonoro y poético “¡PLAS!” siempre significa que hay alguien educando desde el amor y la tolerancia y que hay alguien aprendiendo o al menos en camino de aprender.
Este particular efecto sonoro, hecho del choque de la carne contra la carne pero sobre todo de los corazones contra los corazones, posee las cualidades únicas de poder hacer entender de manera rápida y sencilla lo que de otra manera llevaría horas y horas de retrueques lingüísticos y metáforas.
Precisamente las personas que más beneficio ético obtienen de una apropiada bofetada-zen son aquellas que más dificultades encuentran en comprender a través de otros medios que aunque no se den cuenta viven con sus chacras cerrados, su corazón ciego, su alma maniatada y sus bromas no son del agrado de nadie, son unos groseros y sus comentarios sobre el estado de la nación sobran.
Intelectuales de Wikipedia, Informáticos de empresa lameculos, mitómanos de mercadillo, cinéfilos del tronío, treintañeros infantilizados, son entre muchos otros maleducados, los que mejor tienden a asimilar y a merecer el poético y musical mensaje de la bofetada y los que mayores mejorías obtienen, aún brevemente y siempre con recaídas, de una bofetada-zen bien regalada a tiempo.
2-El acontecer de la acción.
-Maestro, ¿No tendrán un minestrone a mano? Es que soy vegetariano y la carne como que no la como...
El maestro le abofeteó tan fuerte que Lenon perdió dos empastes y medio diente, y le contestó lleno de amor y sabiduría:
-El que tiene hambre de conocimiento debe comer de todo y no estar hasta las cinco de la mañana drogado tocando la guitarrita y los cojones a medio monasterio.
La mística y el pop británico. Amaia Montero.
La doctrina de la bofetada-zen esconde en su aparente humildad y simplicidad una complejidad y una necesidad de equilibrio, autocontrol y claridad mental que hacen que no sea una técnica fácil de dominar.
Es posible que les lleve años y años de esfuerzos y disgustos, años y años de práctica y entrenamiento físico y espiritual, hasta que logren que los sencillos movimientos del bofetón-zen fluyan con naturalidad de corazón a corazón, de espíritu a espíritu, en apenas unas milésimas de segundo. ¡Plas! Directos al alma.
Veamos cuáles son los pasos apropiados del movimiento básico (llamado de miles de formas como por ejemplo “el panadero en el molino”, “el aplauso del sabio” o “la caricia al memo”), a la hora de compartir nuestra querida sabiduría oriental con el resto de la población:
1-Observe su cuerpo y sitúese en la posición más equilibrada y relajada posible con su espalda recta y su mentón ligeramente elevado. Realice una inhalación profunda y potente hasta llenar al máximo sus pulmones mientras visualiza las energías telúricas y las ondas electromagnéticas que penetran en su cuerpo cargándolo de energía positiva. Contenga el aire en sus pulmones. Si tiene oportunidad intente que su espalda esté orientada al Este para honrar a los maestros del lejano oriente que inventaron la bofetada-zen.
2-Flexione su brazo de manera firme hasta que quede paralelo a su cuerpo, con la mano a la altura de su hombro y con la palma mirando al frente. La mano debe estar extendida pero con sus dedos bien juntos ligeramente arqueados hacia dentro. Este paso se conoce como “La grulla barriobajera de Shanghái”.
3-Con los ojos semicerrados visualice una flor de loto en el centro del rostro de su objetivo, generalmente a la altura de la nariz salvo en el caso de accidentes naturales y/o mutaciones; es ahí, en ese centro hacía donde debe focalizar todas sus energías y amor.
4-Ejecute un arco de 180º con la palma de su mano mientras libera el aire de sus pulmones violentamente. La velocidad y fuerza son tan importantes como la buena puntería, siempre es preferible efectuar un golpe menos intenso pero mejor plantado; en los primeros ejercicios de iniciación es conveniente tenerlo presente. El bofetón-zen siempre debe finalizarse, aún con el impedimento del rostro de nuestro antagonista espiritual, flexionando rápidamente y con vigor nuestro brazo hacia nosotros una vez efectuado el contacto de almas, quedando así recogido y pegado a nuestro cuerpo y con la mano sobre nuestro hombro con la palma mirando hacia abajo y ligeramente por detrás de nuestra oreja. La postura de finalización se conoce como “el capullo de seda con la manita roja”.
5-Vuelva a respirar profundamente, adopte de nuevo la primera posición y diga alto y claro: “La bofetada-zen abre corazones, hace amigos y educa el alma”.
Como pueden ver el movimiento básico necesita de mucho dominio mental para ser ejecutado de forma perfecta y poder maximizar los beneficios espirituales, tanto los nuestros como los del “abofeteado-zen” y descargar el mayor número de energía positiva con los que limpiar la atmosfera de malas energías y de Co2.
Existen otras muchas variantes pero son reservadas a los verdaderos maestros ocultos de la bofetada Zen; técnicas exóticas, como por ejemplo la famosa “ramillete de violetas”, también conocida con el nombre de “la pandereta kármica”, que logra concatenar no menos de siete ni más de quince bofetadas-zen con una economía de movimientos envidiable.
Sea creativo en su justa medida, y en la cama, en la cocina y en la bofetada-Zen opte por comenzar con lo clásico y saber dominarlo antes de intentar nuevos ejercicios más complejos.
Tengan siempre presentes las sabias palabras al respecto del Lama Chankropucio:
“Con una flecha cazo al ciervo escondido, con una caricia enseño todo un mundo: No necesito más, no necesito menos ¡PLAS!”
Un monje mendigo llegó a las puertas del palacio de la SGAE pidiendo limosna.
-Soy pobre, denme por favor algo para comer.
Los avaros queriendo reírse del pobre monje mendigo le contestaron:
-Aquí sólo damos comida al que es tan rico de espíritu que ilumina a la humanidad con sus canciones. ¿Eres tú músico, pobre de mierda?
-Si –contestó el monje mendigo agarrando fuertemente su báculo de recia encina- acercaros todos a escuchar mi repertorio, amigos míos...
La verdadera movida madrileña. José Ramón Julio Martínez Márquez
Es este tercer punto, si el ejercicio se ha llevado a cabo con escrupulosa corrección, el que pertenece por completo al sujeto introducido a las disciplinas orientales y que por lo tanto nosotros deberemos observar con el mayor desapego e imparcialidad y deseos de servir, en el mayor número de los casos, de cobijo y albergue moral a la desnudez espiritual de nuestro nuevo hermano.
Hay personas que lloran amargamente cuando descubren las dimensiones incognoscibles e insondables de la bofetada-zen, otros callan, miran a su alrededor y se marchan a meditar sobre lo recién aprendido, otros incluso celebran con alegría el mensaje de esperanza bailando alocadamente en círculos hasta caer inconscientes...
También es posible que algunos sujetos vivan con cierto alborozo e incomodidad sus primeras experiencias en el mundo de la bofetada-zen, esto es perfectamente normal: De la misma manera que tantas personas se asustarían al ser abrazados amorosamente por un desconocido en la calle, muchos individuos no están preparados para recibir el regalo humano, la poesía hecha carne, la musicalidad y la sabiduría del ámbito de la bofetada-zen, y por lo tanto se rebelan contra ella y contra sus incondicionales.
Es posible que incluso vea sorpresa y gestos de violencia entre los deudores de sus regalos humanistas, incluyendo insultos y aspavientos y todo tipo de desagradables comentarios dirigidos a su persona; es también desgraciadamente normal, a muchas personas les cuesta recibir los mejores regalos y se revuelven contra aquellos que les invitan a asomarse a un universo de amor; sea compasivo y sobretodo paciente, la semilla ya está plantada y es posible que en los siguientes días germine invitando al sujeto a la reflexión.
Sepa también que de la misma manera que no se dan perlas a los cerdos, el discípulo de la bofetada-zen debe estar muy atento para no confundir los términos del dialogo inter-espiritual y no mezclarlos con su pasión por evangelizar e iluminar a la población: Cargar con la vergüenza de aplicar un correctivo equivocado que acabe en un vulgar altercado con armas blancas hace flaco favor a la causa del bofetón-Zen.
¡Cuántos buscadores de sabiduría han muerto apaleados y acuchillados por no saber contener su natural inclinación a la hora de entregar este regalo de amor a quien no está dispuesto a aceptarlo!, ¿Millones? ¡Seguro que más!
El verdadero bofetón-Zen, bien aplicado, maduro y sabio nunca es devuelto. Si sucede lo contrario me temo que VD se ha confundido por completo y ha optado por una estrategia dialéctica y propedéutica incorrecta:
Donde debería haber practicado los sagrados votos de la no-violencia y escapar a la carrera, o en su defecto haber dado un puñetazo en las encías o hasta un cabezazo en la nariz no cabe la bella poesía de la eficaz bofetada-Zen. Sepa diferenciar cuándo, cómo y dónde entregar su mensaje y sea lo suficientemente cauto y precavido como para no hacer uso de él cuando no es necesario o se necesita otra técnica menos amorosa y espiritual y más marcial: El bofetón-zen nunca es devuelto si se aplica con justicia y amor.
Recuerde que el 80% de las personas que en algún momento de sus vidas han entrado en contacto directo con las enseñanzas prácticas de la bofetada-Zen responde favorablemente al correctivo espiritual con frases como “Si, me lo merecía”, “Esto me pasa por querer chulear” o “mejor que la valeriana, oyes”. No pierda la ilusión y se entregue a la misantropía en el caso de encontrarse con algún integrante del otro 20%, como solía decir el sabio maestro belga Sanchumino:
“Hay un bofetón-zen para cada persona pero no una persona para cada bofetada-zen: Para llegar al corazón a veces hay que dar un rodeo en forma de patada en los testículos”.
-Últimas palabras:
Recuerde, sólo hay un método seguro para mejorar su técnica, entrar en sintonía con el cosmos y con su yo más auténtico y de paso perder esos kilitos de más: Practique, practique, practique y después vuelva a practicar.
Los efectos beneficiosos para la salud física y mental son innumerables y cuanto más mejore su control, su fuerza, su velocidad y el dominio del arco de la trayectoria más energético, vital y optimista se sentirá.
Sea liberal en sus bofetadas pero nunca excesivo: no hay nada más feo que traumatizar a un benjamín o salir en las noticias de sucesos porque no logra capturar la esencia de un bofetón-zen bien plantado y busca cualquier excusa para entrenarse entre los suyos. Si esa pasión por la iluminación le arrastra frecuente inauguraciones de galerías de arte, ferias del libro, mítines electorales, excursiones publicitarias a la Sierra, convenciones de Star Wars (cuidado con el bordes de los cascos), salas de proyección de documentales iraníes de arte y ensayo y en general cualquier medio de transporte público, y verá que no le faltarán razones para seguir mejorando sus movimientos en carrillos ajenos y repartiendo amor y lecciones de karma en vivo y en directo.
Sea también paciente, este noble arte, de tan satisfactorios y placenteros resultados, lleva casi toda una vida de disciplina, esfuerzo y entrega para poder dominarlo completamente: Tómeselo con calma ya que este es un camino que es tan importante como su meta.
Paz, amor y bofetón-Zen: ¡Una mano abierta puede darlo todo!
1 comentario:
El bofetón zen también puede venir en formato espiritual o psicológico.
Y no no soy un robot no no... no no... no no...
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