Tengo una entrevista de trabajo en pocas horas; ya saben nec otium que establece un intercambio entre personas, o grupos, en el cual una parte realiza determinadas labores pactadas de antemano y la otra parte remunera sus servicios prestados a través de un salario en moneda de curso legal. Lo divertido del asunto son dos cosas:
Una es que trabajo no me falta, otra cosa es que no sea remunerado, que no gratuito, y que tenga más proyectos en la cabeza o empapelándose poco a poco, work in progres que diría el poeta, que un Napoleón de psiquiátrico de segunda división en Badajoz.
Dos, que aún sin ser una máquina de enviar "C.Vs" hasta al Tato, no me ha quedado muy claro en qué consiste esta "interviú" y ese "test" misterioso. Les diría que no sé qué de no sé cuántos, pero lo que recuerdo a ciencia cierta, y con cierta amargura, es que por optar a este y a otro empleo, y haber superado las dos peticiones máximas de inscripción en la web de la campaña local "Pongamos unas docenas de parados en acción, ¡hombres de Dios!", me quedé con ganas de no poder optar a un trabajo en una funeraria que no sólo estaba muy bien remunerado sino que prometía una calma chicha y unas meditatio mortis de quitar el hipo.
Otro día les hablo de la necrofilia, hoy veamos en qué consiste el mercado laboral con estas estupendas viñetas. Ya saben, hagan mucho click para ampliar.
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