Bla Bla Bla Goodbye Bla Bla Bla

domingo, 30 de mayo de 2010

Aventuras del parado amancebado: Héroe dípsoda contra la violencia de género y número.


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De vez en cuando bebo, como, ando y hasta veo a otras personas que no son yo. Aunque muchos no se lo crean aún hay hasta gente que me dicen que son amigos míos y así les llamo yo también. ¡Qué cosas pasan en el mundo oiga!

Verán que guasa. El sábado pasado quedamos un matrimonio muy querido por esta casa, un señorito que trabaja fuera, y viene de vez en cuando a visitar a la familia y amigos, y su más que humilde servidor.


Este es el bello matrimonio de amigos. ¿No es bonito?

El plan era muy sencillo: Vamos al recién formado hogar de tan tierno matrimonio, nos olvidamos de cocinar, compramos unas pizzas, vemos Eurovisión juntos, se lo repito por si creen haber leído mal, vemos Eurovisión juntos, nos cachondeamos un rato, nos bebemos hasta el agua de los floreros y pasamos unas noche/madrugada recogida en buena compañía. Nos vamos haciendo viejos, pero que nos quiten lo bailado.

Yo, como quería conversar con "señorito" dentro de cierta intimidad, propongo que nos veamos antes para comentarnos nuestras noticias en un bar cerca de la casa de los sufridos anfitriones. Así que comenzamos nuestros ejercicios socio-lingüísticos con una Guinnes (que la tiran de pena en ese bar, un asco), y entre cosa y cosa vamos catando diversas cervezas, tamaño pinta, faltaría más, nos ponemos tonticos y pasamos a los chupitos surrealistas, más por curiosidad científica que por vicio: Vodka negro (regaliz), vodka de caramelo (caramelazo como para matar a una familia entera de diabéticos), Vodka rojo ("made in Spain", con sabor entre Bisolbón y piruleta)... Mi garganta parecía un personaje de Disney, puro empalagamiento, qué asco.


Haga click para ampliar si le da por ahí.

Empezando a hacer eses, qué menos, recogemos las pizzas apalabradas para la cena y acto seguido, lo más rápidamente posible para no darles oportunidad a que nos con la puerta en las narices o se hagan los suecos, irrumpimos en el portal de este pobre matrimonio, aporreamos su puerta y como bárbaros les ocupamos la agradable sala que tienen. ¡Una vez dentro no nos sacan ni los bomberos!

Eurovisión horripilantemente divertida, las pizzas que van cayendo, las botellas de lambrusco parece que se descorchan y se beben solas y entre una cosa y otra, "señorito" se nos empieza a poner malo. Ya ven Vds. Antes ya estaba haciendo cosas raras como decir "pero qué buena está esta, qué buena está la otra" cada vez que una señorita cantante, presentadora o del mismo público aparecía por la pantalla, la islandesa incluida.

¿Qué se le va a hacer? El pobre se nos marcha quedo y apesumbrado al servicio, y no vuelve nunca más. Como el lambrusco, nuestro amigo ha desaparecido y se ha rendido a la tortura musical.

Voy yo a ver su estado metafísico, con miedo de caerme yo mismo en algún agujero negro y desaparecer y me lo encuentro, ya ven qué dura es la amistad, de la siguiente guisa: A oscuras en el baño, en posición de loto y afiliado a la taza del wáter, donde estaba echando a intervalos regulares papas y papillas. Un dramón doméstico.


Así estabas cuando te ví amigo.

-¡Na usss, auss!, ¡agalaus, us! (que bien podría ser "La luz, la luz! ¡Apaga la luz, la luz!")- es lo primero que me dice.

Me cercioro de que, dentro de lo que cabe, esté bien, le pregunto si quiere algo y le dejo tranquilo para que alcance el nirvana estomacal sin molestias innecesarias...



Vuelvo de mi expedición, asimilamos con pena la baja, guardamos un minuto de silencio de rigor por los caídos, y como el lambrusco ha desaparecido completamente nos pasamos a las copas, con la estrella invitada de la noche: Una botella de vodka Zubrowka, traía con toda la intención por el buen "marido" en uno de sus viajes.


¡La madre que te destiló!

No nos hace demasiada gracia porque el regusto a la hierbita, no nos termina de convencer, pero como somos gente muy sacrificada seguimos bebiéndolo. Yo planeo enviar una segunda sonda para ver el estado anímico y moral de nuestro Buda doméstico:
Lo del yoga parece que no le ha funcionado, una pena, sigue sufriendo de una fotosensibilidad altísima y continúa regurgitando cosas misteriosísimas regularmente.

El único cambio es el de postura, ya no hay loto que valga, no queda ni ápice de belleza y serenidad de reminiscencias orientalistas y la tradición occidental ha entrando en tromba en ese servicio. Nuestro amigo, ya suyo también, ha optado por optar la famosa "postura del muñeco de trapo" (quizá influido por el siniestro y esperpéntico ballet que acompañaba a Diges, que vaya tela, ¡vaya tela!...) y está semi-abrazado a la bañera mientras su cabeza no pierde de vista ni un instante la dirección de la taza del baño. Cosas veredes, con menos flexibilidad y/0 contenido alcohólico en sangre otro podría haberse quedado lisiado de por vida.


Sí, algo así pero con bañera , camiseta y medio retorcido....

El sigue sin querer nada, puro desprendimiento material, se resiste a tumbarse el sofá cama para "invitados borrachos", se niega a moverse de las protectoras tinieblas y alejarse de su querido Roca. ¡Se nos ha hecho un Okupa de los duros, un Okupa de Porcelanosa!

Yo le insisto sobre la buena idea del sofá y le hago saber que mi vejiga, pobrecita ella, dentro de poco va a ponerse a llorar por el ojo ciego.

-Oo te plocluples, uu meaah tlrnag kilo... ¡amida guuua ual! (Posiblemente "No te preocupes, tú mea tranquilo, que a mí me da igual")
-Hombre, a mí tú no me molestas, pero por respeto no lo voy a hacer... mejor me espero.
-¡aaa uuuusss auusss la laluss ("La luz, la luz, la luz")
-Ah sí, te apago la luz...

¡Vuelta a la sala, más Zubrowka, más alegría, más jarana y con la televisión, como siempre debería estar, apagada!

Poco después decidimos organizar un equipo de rescate y acudir al socorro de nuestro amigo y liberarlo de las oscuridades en las que estaba inmerso y de los fríos azulejos, limpios como una patena porque esa es casa decente, pero fríos son, muy fríos, seamos sinceros. Se le levanta con mimo, se le acuesta como a un querubín y acto seguido vamos pasando por turnos al recién liberado sanitario.

Esperen que aún sigue el tecleo y la historieta. Seguimos con las botellas que, aunque más lentamente que las otras, igualmente van misteriosamente menguando y la noche empieza a terminar.

Uno de los primeros síntomas de ello, bajas aparte, sucede cuando "marido" empieza a cabecear. Lo que les digo. El pobre trabaja como por cuatro o cinco parados amancebados, madruga y a ciertas horas, no falla, lo hemos estudiado y está comprobado científicamente, se nos queda pajarito, como un yayo, en cuanto pasa de cierta hora: Empieza a ponerse cada vez más cómodo, a cabecear, a cerrar los ojos y cuando te das cuenta el tío se te ha dormido.


No sabemos si sueña, pero ¡cómo se duerme el tío!

Segunda baja de la noche. "Marido" se nos va a la cama y, como otras veces, nos quedamos "esposa" y su más humilde servidor, que cada vez le parece más interesante la costumbre rusa de terminar la botella que se ha empezado. Esperen que sigue la miga...

Empezamos a hablar de nuestras intimidades. Como su humilde servidor no está pasando el mejor de sus momentos, más bien como para tirar pocos cohetes por no decir ninguno y la primavera me ha dado un mazazo tremebundo y ando revuelto, espeso y dolorido; a medio camino de las confesiones a medianoche, y con el zubrodka a punto de terminarse, me entra una llorona apoteósica. Pobrecita "esposa" la de lagrimones de litro y medio y los abrazos rompecostillas que tuvo que sufrirme. Muchas gracias.

Invitan a dos humanoides a su casa, uno termina borracho durmiendo en el "sofá de los fotosensibles" y el otro también borracho, despierto y llorando como una colegiala o un Hölderlin en sus años mozos. Si eso no es amistad... El caso es que nos atemperamos, nos enjugamos las penurias, cerramos el capítulo y ella se marcha a pernoctar al tálamo nupcial, quedándome yo solito un ratito más para apurar la botella antes de irme. ¡Como para volver a invitarnos otra noche!

Salgo haciendo unas eses que dan gusto verlas, aunque no mucho vivirlas, con el coraçao dolorido y la cabecita "penseriosa", así que decido sentarme un ratito en un parquecito que está cerca de su casa, para tomar un poco el solecito matutino, seguir fumando que es lo que mejor sé hacer y despejarme un poco antes de reunir fuerzas para volver a mi humilde morada e intentar sobrevivir la dureza de la enésima resaca.

En esas cosas estaba yo cuando un grupito de adolescentes (echen de entre 16 o 18 años) formado por tres chicas y dos chicos aparecen en el parque. Hay trifulca, no distingo muy bien qué pasa pero están discutiendo por algo. Se paran cerca de los columpios y continúan a lo suyo.

A mí ya me han arruinado mis prácticas de jubilado, sobretodo porque soy una persona que no soporta el vocerío y los gritos, pero como aún estoy lo suficientemente aplatanado como para levantarme y coger ese taxi prometido, prefiero quedarme y "ver un poco de mundo" a ver si de toda esa confusa amalgama de hormonas y chillidos se puede rescatar alguna experiencia edificante sobre la humanidad con la que darme por desayunado.

-¡Que me des la pulsera!, que me des la pulsera, bracelet, que me la des, dame la pulsera, quiero mi pulsera bracelet! -Gritaba una chica.
-¡Que me devuelvas el teléfono, le mobile, dame mi móvil, el movil!-Gritaba la otra.
-¡Que nos deis la pulsera y el móvil, dadnos la pulsera y el movil"-Gritaba la tercera.

-Non, non, ma non... Contestaba a coro el dueto obviamente galo.

Yo se lo copiaría y pegaría quince veces pero es mejor que lo lean por su cuenta para hacerse una idea de la tabarra tan repetitiva, y ciertamente obsesiva, con la que continuaron durante sus diez minutos, que se dice pronto.

Yo, ya con mis ensayos de jubilado completamente frustrados, decidí practicar el de "investigador de parques y pulseras" y analizar el caso:

Dos mocosos franceses de fiesta en la ciudad conocen a tres chiquillas nativas. Las discotecas cierran, los bares cierran, las panaderías abren, la noche ya no es noche y éstas quieren irse a sus casas. Los chicos franceses viendo con pánico que no sólo no se han comido un rosco sino que esas tres chicas representan la única esperanza para poder hacerlo se ponen tontos, les roban unos objetos personales, tontean y chulean a partes iguales, con la intención de alargar la noche, que ya no es noche, y posiblemente con el ánimo libidinoso de cobrar un rescate pagado en carantoñas mercenarias.

¿Deducción brillante verdad? ¡Gracias, muchas gracias!

La broma empieza a írseles de las manos porque los gritos son cada vez son más molestos y las chicas se están alterando muchísimo. Una de ellas hasta empieza a pegar pataditas en la espinilla al "Francés 1" y otra a zarandear de vez en cuando al "Francés 2".

Por cierto, el "Francés 1" era parecidísimo a este señor, pero en joven y sin rinoplastia:


¡Dales ya la pulsera Ramoncín!

El "Francés 2", con pelo, cincuenta años menos y sin gafas, era igualito a este otro:


¡Devuélvenos le mobile Le pen!

Y seguían los mocosos del diablo...

-¡Que me des la pulsera!, que me des la pulsera, bracelet, que me la des, non, non, ma non, dame la pulsera, quiero mi pulsera bracelet, non, non, dadnos la pulsera y el movil, ma non, que me devuelvas el teléfono, le mobile, dame mi móvil, el movil Non, non!

Yo desde mi estratégica posición tengo a bien dirigirme a las señoritas:

-¡Oye!, ¡Pero llamad a la policía! (hijodeputas todos y todas, un poco de respeto a esta pobre parado que tiene que buscar sosiego por los parques debido a su afición al vodka)!
-Sí, sí, ya hemos llamado... ¡Sí ya hemos llamado!

La historieta continúa y en un giro inesperado aparecen por el parque otros dos chavales jóvenes (digamos 22-24 años). El gallinero se dispara y las chicas comienzan a gritar "Socorro, socorro, auxilio, ayuda, ayuda, socorro". Como se lo cuento.

Los gallardos jóvenes, acuden rápidamente a la desesperada llamada de auxilio de las damas des-movilizadas y des-pulseralizadas. Yo empiezo a comer palomitas de maíz imaginarias. Suben los gritos, hay un par de zarandeos, se dan los buenos días y los jóvenes hacen mutis por el foro. Se continúa el espectáculo.

-¡Qué me des la pulsera!, que me des la pulsera, bracelet, que me la des, dame la pulsera, quiero mi pulsera, bracelet!
-Non, non, non...
-¡Que me devuelvas el teléfono, le mobile, dame mi móvil, el movil!
-¡Que nos deis la pulsera y el movil, dadnos la pulsera y el movil"
-Non, non, ma non...

Igualito que Lost, pero con mucha más gracia y más sentido, oigan.

Después de varios minutos la cosa empieza a subir en intensidad, las pataditas en las espinillas (con lo que duelen...) se van haciendo más frecuentes, la tensión se va desbocando, se distingue que los dos gabachos quieren marcharse ya, y ocurre el primer conato de linchamiento por parte de las chicas al "Francés 2", que a lo tonto se lleva una generosísima ración de bolsazos, más patadas en la espinilla y hasta tirones de pelo durante un rato breve pero muy intenso. Hell has no fury etc etc.

Cuando se produce el segundo conato de linchamiento, ahora es a costa de las carnes del "Francés 1", que viendo la somanta tan liberal y generosa que se ha llevado de regalo su compatriota no está por la labor de que se haga un remake con él mismo de protagonista. Se revuelve, se zafa, empuja a una de las chicas y a otra le da una bofetada. Cosa que me parece muy mal, seamos serios, y me obliga a intervenir para terminar con tanta tontería.


Por una pulsera y un teléfono hay gente que mata.

Me levanto decidido de mi cómodo banco, me acerco ligero al tumulto, me pregunto "¿qué haría Batman en esta situación?" y agarrando del pescuezo al "Francés 1" le tiro al suelo y le sugiero con gestos que no se levante. Viendo que su compinche, el"Francés 2" echa mano al bolsillo, reacciono y le retuerzo la muñeca con mucho tino y mala baba sin importarme si es pulsera lo que allí había, un billete de 500€ para sobornar mis afanes justicieros o era navaja, que uno nunca sabe porque al no tener rayos-x y ningún super-poder tiene que improvisar mucho sobre la marcha.

Como el francés no es una lengua desconocida para mí, pero no la sé hablar, y sin la claridad mental como para poder citarle a un Deubel "Seigneur ! Je suis sans pain, sans rêve et sans demeure" o a un Apollinaire "Vienne la nuit sonne l'heure/Les jours s'en vont je demeure", le miro fijamente con cara de masticaniños al "Francés 2" y le digo en tono muy serio, así tal cual:

-Liberté, égalité, fraternité... et relax!

A lo que el "Francés 2" me responde mirándome con los ojos como platos y poniéndose más firme que un poste. Acaba de nacer la guerra psicológica surrealista.

En estos negocios estábamos cuando por fin llegó la policía, al trote, mangas verdes. Cuatro agentes, y uno de ellos mirándome con unas ganas de darme un porrazo poco disimuladas. Nos ponen bien ordenaditos, a mi me toca mi banquito de antes. Hablan con las chicas, que les explican lo que yo ya suponía. Yo les explico lo que les he contado a Vds. aunque sin hacer ninguna referencia a mi amigo fotosensible ni al encantador matrimonio que nos dio cobijo, porque los van a buscar y dormimos todos en el calabozo.

-Ay, perdónanos por haberte despertado-me dice una de las chicas.
-No señorita, yo no estaba durmiendo, estaba solamente aplatanado y viendo el mundo.
-¡Muchas gracias, si no hubiera sido por ti!-me dice otra.
-No me dé las gracias a mí, déselas a los agentes que están cumpliendo con su trabajo- tal era el grado de aplatanamiento con influencias legalistas en el que me encontraba... ¡Qué vergüenza, pero qué vergüenza!

La tercera viendo el percal no dijo nada, ahorrándome la vergüenza de tener que soltar otra gran frase para la posteridad.

Se cachea a las señoritas, se cachea a los franceses y posteriormente hasta me vienen a cachear a mi también, pobre de mí: La policía nunca olvida y por ejem... locuras de juventud uno ya es un delincuente durante el resto de su vida.

-Lo siento pero...-Me dice uno poniéndose los guantes de látex.
-No se preocupe, Vd. Haga...

Vacío los bolsillos, pobre de mí, y sin molestarse demasiado ni en mirar lo poco que llevo, ni inspeccionar cartera, ni paquetes de tabaco, ni cajitas, ni reparar en la navaja suiza que siempre llevo en el bolsillo y que no me dio la gana sacarla, hace como que hace y cumplimos el trámite. Lo único que me pareció muy mal es que la agente rubia y de muy buen ver cacheara a las señorititas y a mí me tocara un tío calvo. Así uno ni puede creer en la igualdad ni en el principios sociales.



Llegan otros dos policías, estos municipales, ni que hubieran descuartizado a una guardería en ese parque, los vecinos se empiezan a despertar y a asomarse a la ventana, y yo ya me empiezo a cansar de tanta tontuna hormonal, tanto uniforme, tanta pulsera...

En esto la agente aparece con una mierda de pulsera posiblemente de imitación de carey y un móvil cutre y se los entrega a las chicas.

Viendo que "mi" caso estaba cerrado eficientemente, y con las primeras ganas de cama despuntando, les pregunto a los uniformados si les importa que me yo me vaya, a lo que me contestan que con mucho viento fresco y que la fuerza me acompañe.

Como el Llanero Solitario que nunca he sido, sonreí a las chicas y me levanté para perderme en el horizonte para seguir desfazendo entuertos de género y número y librar mis propias batallas contra, por ejemplo, la terrorífica resaca que tengo hoy.


You tell them Mr.Brummel!

P.S:
¡AÍDO QUIERO MI MEDALLA!




2 comentarios:

Doña Rodríguez dijo...

¡¡¡¡¡MI CABALLERO DESFAZEDOR DE ENTUERTOS E INJUSTICIAS!!!!!


Aaaayyyyy ¡¡¡suspiro por ti!!!

Parado Amancebado dijo...

Ya será menos señorita, posiblemente si no me hubieran tocado tanto las narices desde mi tranquilo y amancebado banquito donde yo fumaba y esperab evaporar los últimos humores, no hubiera intervenido.

Pero es que hay cosas... hay cosas que aún, por suerte, con dos cachetes, una mirada de malo (yo como no la tengo la debo ensayar y me sale atroz) y una breve demostración de fuerza mitad valor, mitad justicia, ¡toda ebriedad! aún sigue funcionando. No era la primera vez ni será la útlima.

La mayor pena es que acudió la policía cuando me estaba poniendo los leotardos negros y los calzoncillos po fuera. Por suerte no me vieron. Las señoritas me agradecieron mi buena conducta y se deshicieron en parabienes, la polocía me miró con cara de piltrafa (uno tiene su pasado), me cacheó sin muchas ganas y los dos gaballos devolvieron los objetos del hurto ¿hurto de amor? !Missión cunplida!

AMANCEBADOOOOOOOOOOOOOOOOO!

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