1º plato: Niño melón con salsa tártara.
No creo que sigan fabricando mayonesa al pepinillo Hellmann´s pero espero, por el bien de la variedad de este circo redondo y azulón, siempre tan bienvenida como necesaria, que los asuntos relativos a sorpresas y secretos de "señoritas" y pepinillos no desaparezcan nunca.
Si quieren descubrir el lado más amable de la "sorpresa" pueden añadir a una salsa de mayonesa ligera (usen aceite de girasol y una mezcla de vinagre de sidra y limón) su picadura hecha con media docena de pepinillos, docena larga de cebollitas en vinagre, tres o cuatro alcaparras, todo aderezado con pimienta negra (o mejor aún: tabasco), un buen chorro de brandy y tienen una salta tártara que no se la salta un amancebado.
La salsa tártara es especialmente apropiada para acompañar un buen "niño melón":
2º plato: Brazo de gitano con cabello de ángel.
Como todas las figuras paternas ausentes Dios es traumático. ¿Qué quieren que les diga? yo prefiero fabularlo, cuando me da por fantasear, como un ludópata politoxicómano que descuida prole, oficio y salud con un cinismo y una alegría tan exaltada como gratuita; pero la imagen que triunfa es la figura del caprichoso sediento de baba, sacrificios y dolores que tanto gusta en procesiones, colecciones de libros y tiendas de cilicios y sotanas. Una imagen de sabores muy intensos que conviene disfrazar con melenas de nazareno, como quien quiere tapar la cicatriz con maquillaje, y con abundante cabello de ángel.
Y es que esa pasta de calabaza caramelizada es muy querida para los que gustan de dulces empalagosos, milagritos y buen rollito evangélico pero no soportan oler el tufo a carroña de la sacristia, el desprecio intenso por la vida (común a todo culto), ni el sabor a nicotina y vino de consagrar del miembro del cura.
Con respecto a Dios leo en Magonia las últimas andanzas de ese personaje conocido como Iker Jiménez metiendo la pata hasta el fondo con el, hasta hace nada, apocalíptico LHC :
El apocalipsis fallido (y no por eso menos deseado), la presunta zorra de babilonia y el "acabose general" siempre terminan "el día después" por integrarse en la orilla de "lo divino" y del catecismo de hojas pegajosas: todo, claro está, para hacer caja y seguir engañando al lego, al despistado o al crédulo; no lo digo yo, lo pueden comprobar día tras día, especialmente desde los últimos dos mil años a esta parte. ¡Cómo pasa el tiempo!.
El brazo de gitano a pesar de su simplicidad, o precisamente por ella, es el rey indiscutible de los postres y las sobremesas: Una lámina de bizcocho enrollada, muy "enrollada", con un interior de crema pastelera. Se puede adornar con una ligera capa de azúcar caramelizado, una salsa de chocolate fundido muy rebajado con leche condensada (para no comerse el sabor de la crema) o hasta anuncios de videntes, revistas del corazón "para-anormal" y colecciones de DVDs; al gusto.
Este señor tan dulce sigue en la televisión haciendo llorar intensamente al niño Jesús, que como saben es uno de mis vecinos imaginarios que es materialista radical, ateo y apasionado por los comics de Zipi y Zape y el mundo de la ciencia en general, pero cuya familia, ¡ay!, es devota seguidora de la obra de Escrivá de Balaguer. Como podrán imaginar, en su casa salen a escándalo, sudor y lágrimas por día discutiendo la divinidad y humanidad del Nazareno, la existencia del purgatorio y/o la infabilidad pontificia. O tempora o mores...
Mejor que se lean lo que Gámez, padre de Magonia, escribe sobre estas recetas tan de moda, porque poco más se puede añadir a la descripción del negocio de Jiménez, sobretodo sin tener que invitar a bailar en el festival de la prosa a algunas de las palabras más feas de la fiesta: linchamiento, picota, gulag, guillotina, estafa, sopa boba, cretinismo etc.
Vean el video y échense a temblar de verguenza ajena; sólo por ver a un pobre imbecil citar a Tom Hanks, como un cinéfilo mitómano cualquiera, merece la pena, que lo es, y encima de una intensidad y profundidad particularmente desagradable:
3º plato: Carpaccio humano a lo zombi.
El buen zombi, el bueno de Zombi, padre y tutor legal de Zombi.blogia ha tenido a bien hacerme un pequeño homenaje, con alevosía y a traición el muy canalla, recopilando algunas de las paridas que pueden encontrar a su total disposición aquí, y que ven desfilar más a menudo de lo que desearían (y de lo que la decencia aconseja) en esta su casa amancebada.
El buen corte es importante, su medida de limón natural (y unas gotas de vinagre balsámico, a pesar de romper el color), el punto justo del grano de sal marina y del parmiggiano (ráyenlo en forma de lágrimas si lo compran en pieza), y si les gustan los sabores fuertes pueden probar a camuflar en el queso una cuarta parte de diente de ajo fresco cortado en finísimas láminas; también una base de rúcola fresca se agradece mucho a nivel de presentación y de sabor pero no se engañen: Lo importante es la calidad de la carne.
Si les gusta el tema de los cadáveres reanimados, (¿y a quién no le gusta?) sin duda conocerán Zombi.blogia desde hace años porque no hay taberna con más constancia, amabilidad y pasión ni mejor manera de enterarse de por dónde deambulan estos señores y señoras tan poco razonables como hambrientos, sea en viñetas, en renglones torcidos o en las fotografías en movimiento, a este lado del rio Pecos y parte del territorio Apache. Ahí se ve la calidad de la carne, amigos, y ahí se ve la calidad humana. Muchas gracias Zombi.
El café, la copa y el puro:
Total+Iva=
Déjenlo que yo les invito... ¡que me enfado!... dejen esas carteras quietas... que no... ¡que no!... que no me da la gana, faltaría más... que he dicho que no, y es que no... que me van a hacer enfadar... ¡cómo son!... bueno... venga... ¡sólo por esta vez!... la próxima invito yo ¿eh?!... !La próxima invito yo!.
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