Los malfollados pertenecen a nuestro acervo nacional de una manera particular desplazando en importancia en los últimos años a figuras sociales tan arraigadas como “El tonto del pueblo”,”el chulo de la bolera” o “el exhibicionista de jardines”.
¿Pero cuanto de nuestro conocimiento sobre semejantes monstruos modernos pertenece a las leyendas y mitos y cuando proviene de un conocimiento real y directo?
Los malfollados no tienen género, parece ser que crecen como pequeños “tumores anímicos”, sin posibilidad de extirpación sin que peligre la sombra de vida que anima al sujeto, que se adhieren a las paredes del escroto y absorben la bilis pancreática para regurgitarla en el cerebro de nuestro del peligroso sujeto.
Los estudiosos aún discuten sobre si el malfollado nace o se hace, si la conducta malfollada es innata o aprendida; si bien es cierto que el peso genético “marca” de manera pronunciada a estos seres ha podido conocerse gracias a los últimos estudios conductivistas que el desarrollo adolescente tiene una innegable importancia en el enquistamiento de este mal en el sujeto.
A pesar de los rumores que dicen que algunos malfollados han podido curar su condición y vivir vidas más o menos normales se desconoce cuales fueron los motivos y si los sujetos eran realmente malfollados o sufrían otra enfermedad. Generalmente y al no haber una documentación veraz sobre estos casos terminan por demostrarse fraudulentos, al no ser una curación real sino una mejoría pasajera o al buscarse beneficios económicos secundarios merced al falso milagro.
No nos confundamos amigos, el malfollado muere malfollado así como el hijo de puta nace, crece y muere hijo de puta porque madre no hay más que una por mucho que te adopten y a ti te encontré en la calle.
Los últimos avances en el estudio de células madre (especialmente de las células de “su puta madre” en el caso de los malfollados) traen un rayo de esperanza para miles de malfollados y especialmente para sus sufridos familiares, amén de colegas y vecinos; amigos no porque está demostrado que amigos no llegan a tener.
De cualquier manera los estudios se encuentran en un nivel de desarrollo muy primario y siempre orientado a los cuidados paliativos, nunca a su cura, que hoy por hoy y a medio plazo se nos presenta imposible.
Los malfollados son escurridizos y sólo a través de una vigilancia extrema y larga podremos reparar en su existencia con anterioridad a desarrollar un vínculo más allá que el de las buenas formas, el decoro y la higiene mental nos exige para desarrollar una vida social digna y sana.
Si esto sucede, es decir hemos invitado a una copa al malfollado, mantenido una conversación sobre cualquier tema o saludado un par de docenas de veces en el ascensor, podremos darnos por perdidos: una vez que invaden tu intimidad se es fagocitado económicamente, y especialmente moralmente.
Muchas personas lo han intentado poniendo tierra por medio, acogiéndose a un programa de protección de testigos o a bofetadas, pero el malfollado siempre vuelve, no olvida y es rencoroso porque según él "el mundo le ha hecho así" cuando son ellos mismos los artifices de su fatalidad.
El apareamiento de los malfollados es prácticamente nulo como la definición de su mal insinua. Muchos estudiosos apuntan hacía este factor para explicar la dolencia, polémico punto que choca frontalmente con la doctrina oficial sobre el celibato de la iglesia católica, aunque si bien es cierto que el celibato eclesiástico es básicamente un “juego de niños” con respecto al malfollado en si, nuestra sociedad post post-moderna, sin nombre aún, y sus tabúes quizá nos impida acercarnos con la claridad deseable al revés perverso que el malfollado tiene que con dimensión erótica y a su descalabrado comportamiento.
No menos existen o han existido fantásticas personas que sin ser entrar en la categoría de malfollados desarrollaron su obra y su función ciudadana excelentemente pasando incluso a la historia de las artes y el pensamiento: Alfred Hawthorn Hill, Diogenes, Alfred Joseph Hitchcock o Immanuel Kant por citar algunos de los más conocidos en sus respectivas casas.
Kant murio virgen pero nunca fue un malfollado.
Su vida sexual, perversa, suele consistir en el mejor de los casos, en una pulsión onanista recalcitrante que con el tiempo hará que los habitáculos de los sujetos se llenan de fetiches en forma de pósters de películas, bragas de la vecina de turno o calcetines de lana virgen.
La técnica moderna, merced a los aparatos de video vigilancia y los ordenadores quánticos, nos han permitido descubrir una faceta hasta ahora desconocida sobre los malfollados: el 5% de sujetos enfermos a partir de los 27 años comienzan una seríe de pasos orientados a conseguir un hipotético apareamiento.
Barbaridades como “Todas son unas putas”, “van al interés las muy zorras por eso me voy a comprar un coche a ver si dejo de ser virgen”, "No, si yo voy a ser el último" o “¿Es que no tengo derecho a amar y a meterla? son algunas de las frases caracteristicas que el malfollado repetirá obsesivamente durante los primeros años de “svegliamento”.
A pesar de todo parece ser que es un trastorno transitorio que desaparece con la pasión y violencia con la que llega, y que no suele prolongarse más allá de un lustro independientemente de la consecución de los objetivos.
Los pocos, poquísimos, casos documentados de malfollados que logran aparearse provienen de relaciones generalmente endogámicas, breves, violentas y sin fruto, gracias a la sabiduría de la naturaleza y a los designios de la providencia. Dios nos libre de la monstruosidad que sería la fecundación positiva proveniente exclusivamente de cepas “malfolladas”: Un malfollado hijo de malfollados pondría en serio peligro la supervivencia del homo sapiens tal y como lo conocemos hoy en día.
Habitos sociales
Es vital mantenerse racional y sosegado ante un malfollado (ver estampita del final) ya que estos reaccionan rápida y decididamente ante el miedo y el nerviosismo, como si lo olieran, y es entonces cuando el grado de malafolla a la que llegan se hace tan virulento que cualquier conflicto se pierde de antemano.Sentimientos negativos como el rencor son la carta de presenteación del malfollado. Este será capaz de recordarte que el verano de
El malfollado te recordará que la mañana de 1982 en el parvulario le cogiste un sacapuntas que después le perdiste en el patio del recreo y nunca se lo pagaste a pesar de ello te invitó a su guateque de cumpleaños pero no mezclaste coca-cola con fanta como el resto porque siempre le has odiado. ¿increible?
Probad a recordar alguno de los favores, que en vuestra ignorancia, buen corazón o alocamiento, podrais haber realizado por el malfollado de turno y vereis claramente como la memoria, el olvido e incluso la percepción de la realidad en el sujeto malfollado son algo separado del común de los mortales y bordeando la psicosis:
El malfollado olvida instantaneamente todos los frutos de sus rapiñas morales, económicas o afectivas pero recuerda la minima contrariedad hacía su persona infantil.Otro rasgo que define al malfollado es su avaricia, incapaces de cualquier atisbo de empatía en su universo egocentrico son incapaces de entender lo que conceptos como generosidad, económica, sentimental o moral, pueden significar.
El malfollado se defiende alegando "que está herido", "que lo ha pasado muy mal" o que "tiene muy mala suerte" cuando la realidad indica hacía otras respuestas para explicar su comportamiento egoista y ruín.
No os fieis del fondo “noble, sensible y romantico” del que hacen gala y que sirve para engañar a los seres humanos que no lo conocen e intentar engañarse a sí mismos, porque en cuanta se rasca se destapa el pequeño fascista cabezón y sentimentalmente incapaz que los define, el malfollado interior que desconocen pero que es tan visible para todos.
Obsesiones malfolladas
Que el malfollado sea victimista no quiere decir que sea una victima.
Su vida orbitará en torno a lo que los expertos llaman “el deseo de ser especial”, que no es más que una mezcla entre un profundo complejo de inferioridad, una sensación de culpa constante y unas pulsiones sádicas apuntadas hacía sí mismos.
La envidia, malsana y amarga, es la consecuencia lógica de las obsesiones del malfollado.
¿Que la vecina paralitica tiene silla de ruedas nueva y a motor? No sólo no se la merecerá por puta sino que además el malfollado hará todo lo posible para que sus ruedas se le pinchen con los cristales y clavos que repartirá diariamente por el portal del inmueble.
¿Que el compañero de trabajo ha tenido un merecido ascenso? No será más que un lameculos y un vendido que merece todas las zancadillas posibles y que el malfollado se encargará de realizar con puntualidad.
¿Que un conocido está saliendo con una chica guapa y lista? Al momento su conocido será un calzonazos embaucado por una pelandrusca boba y fea.
El malfollado también es un claro ejemplo de trastorno por sublimación. Sus pulsiones y tensiones biliares salpican generalmente uno o dos campos del conocimiento y rebozan sin disimulo varios del desconocimiento (no olvidemos que el malfollado es ignorante por definición y a su obsesiva colección absurda de datos, nombres y no lo mueve el placer de la sabiduría sino el veneno y el complejo de inferioridad).
Claros ejemplos son los malfollados que reparten caramelos en los parques para ganarse el cariño de los poco precavidos niños, los que buscan el autógrafo del famoso del momento que según ellos les hará especiales o los que leen libros malisimos que no interesan a nadie por aquello de darselas de intelectuales.
Pronto los autógrafos carecerán de valor al comprobar que un pedazo de papel con tinta es menos que un pobre memento de que el famoso solamente pasó a su lado, de los libros aburridisimos solo podrá hablar con el autor de los mismos generalmente tan malfollado como el sujeto y los niños se apartaran de ellos asustados por sus continuas atenciones gratuitas, porque los niños serán niños pero no son tontos.
Esta obsesiva conducta está condenada a caer en la frustración más sonada, suceso que poco o nada afectara a la motivación del malfollado, llevándole de hecho a reafirmarse en su conductas asóciales en lugar de plantearse el cambio.
Un circulo vicioso diabólico en el que el malfollado no es más que un pelele flotando al azar, es uno de los pagos compensatorios que equilibran (mínimamente) la balanza entre lo que el malfollado sufre y lo que hace sufrir a los seres normales que le rodean y a la sociedad en general.
Por mucho que sean planchitas, mecánicos o linterneros siempre, y especialmente en las barras de los bares y fiestas patronales proclamarán que son performers, actores o músicos en una orquesta, desgraciadamente para el resto de los mortales condenados a su cercania todas sus cualidades reales e imaginarias se oscurecen ante la negra sombra que proyecta su psique enferma de malfollados.
Imprime y defiendete.
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