Continuamos el revival, rebrote-brote primaveral, de los restos del naufragio de Café Cadáver con las dicharacheras aventuras, que fueron apareciendo durante varios meses, de mis más queridos agentes de la Brigada Anti-fumadores: Israel y Jonathan.
Su pasión por la refrescante y deliciosa bebida Gilipollina, que consumen por cajas, no les impide cumplir con dedicación y eficacia su tarea: Acorralar, capturar y llevar ante la justicia, sea divina o humana, a los perversos fumadores que, por desgracia, aún quedan en este valle de lágrimas.
Todo un documento histórico sobre los puritanos y gilipollescos tiempos por llegar, tiempos que sin embargo ya asoman con mucho garbo la patita, la zarpa y hasta dan golpes con el rabo en las puertas de nuestras barracas.
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