domingo, 1 de agosto de 2010
¡Nos vamos los toros a hacer amigos!
Hoy vamos a hacer un montón de nuevos amigos, ya lo verán amigos nuevos.
Les confieso que ni me llevé una alegría ni me produjo pena que en Cataluña se prohibieran las corridas de toros; sin embargo estos últimos días he seguido el desarrollo de estos populismos a los que se apuntan, por oficio o beneficio, hasta los enanos de la corte y los poetas de rima en verso endecasílabo, con algo muy cercano al morbo, morbo rozando casi el porno duro. Como cualquier imbécil que se precie está opinando sobre el tema, no voy a ser menos, que para eso tengo un blog.
Como la mala persona que soy, me he reído como un bellaco viendo las fotografías de los "victoriosos" y los "derrotados" en los medios y he comprobado, incluso aprendido, de sopetón, muchas otras cosas sobre el mundo en que vivimos. No les pongo ninguna porque prefiero ilustrar la entrada con las perlas extraídas del impagable Celtiberia Show de Luís Carandell, pero tienen material para pastar a su gusto y ver a un grupito con toritos de peluche, y eso es un toro para tanto lerdo, un puro peluche, y tantos otros con improvisadas pancartas rebosantes de faltas de ortografía y de amor por la Fiesta nacional, y esa es la nación para tanto cateto, ruido, furia y honra, también de peluche, mancillada.
Leyendo las declaraciones, los de profundis, los arrebatos místico-animalistas, las profecías de apocalipsis ibérico inminente y tanta abundancia de tonterías y gilipolleces que tan bien se acomodan a nuestra lengua, ese español moderno que nos gritamos unos a otros, también he disfrutado lo suyo no se crean. Otros españoles se gritan en otras lenguas, claro, faltaría más con el país de chulos paletos que somos, pero el acento, el acervo y la mala baba es la misma. No hay cosa que nos una tanto como las ganas de no volver a vernos después de abrirnos la cabeza mutuamente con una botella de anís el mono o una improvisada paletilla de jamón a modo de porra.
De las declaraciones rescato tres:
-José Blanco, Ministro de Fomento, por ejemplo, declaraba estar "contra todo tipo de prohibiciones". Toma ya las sandeces que hay que oír a un ministro.
-Pere Navarro, Director de la Dirección General de Tráfico, agárrense que vienen curvas, manifestaba que (corto y pego): "es la gente joven la que ha creado "un proceso natural de concienciación cultural en contra de todo lo que tenga que ver con el sufrimiento animal", a causa de películas de Walt Disney como 'Bambi', ínforma Europa Press. "La cosa tiene su propia evolución, va haciendo su propio camino", aunque ha advertido de que tiene dudas "de que en estos momentos sea uno de los principales problemas de la sociedad española". Bambi y los toros, más claro agua.
-La enorme escritora Almudena Grandes, con su penetrante intuición y su preclara lucidez aseguraba "las corridas de toros no se imponen y, por tanto, no se deberían prohibir". Para mear y no echar gota.
Haga click para ampliar, si le parece bien.
Yo confieso que de los capotes, las banderillas y los cuernos, de esto último ni siquiera lo puedo asegurar por completo, no sé nada de nada. Tampoco sé nada de futbol, ni de formula 1, ni de lucha libre mexicana. Soy tan mala persona que ni siquiera me alegré porque España haya ganado el mundial de futbol, del que no vi ni un sólo partido. Soy tan perverso y retorcido que tampoco me puedo reenganchar al bando de los que rabian y aprietan los dientes porque la selección española ganara, hay cosas, pocas aunque al parecer tan tremendamente importantes para millones de personas que son capaces de liarse a navajazos por un quítame allá ese capote, o esas corridas en paja ajena; a mi me dan completamente igual.
Yo he visto una única corrida de toros en mi vida, de hecho la vi desde los burladeros por motivos peregrinos que no vienen a cuento. Me dije "Ya que estamos dentro y tienes tiempo, vamos a ver qué es esto de los toros que levanta tantas pasiones y mueve tanta bilis, oh por Zeus", era el verano del 2005. Recuerdo que aquello me impresionó muchísimo, me pareció un ritual contra muerte brutal. Se mascaba el silencio de una plaza abarrotada de gente (En un país en que no se calla tanta gente junta ni en las bibliotecas ¡ni en los funerales!), silencio solamente roto por los violentos rebufos de una bestia negra que se veía enorme en comparación con ese señor canijo vestido de Locomia pero con un capote en lugar de abanicos, aquello era puro símbolo, puro ballet. Como Eurovisión pero a lo bestia.
Efectivamente aquellas dos bestias estaban liando la de Dios es Cristo allí dentro. El toro se estaba cansando de pegar cornadas al aire y en un momento el torero entró a matar: Le metió limpiamente al toro una buena ración de acero toledano entre pecho y espalda y éste se desplomó entre quejidos y bocanadas de sangre y siguió agonizando "derrotado" su buen rato hasta que soltó otro vómito de sangre, sangre humeante, espesa y negra, y se quedó seco. El sapiens con sus artimañas había vuelto a vencer a la bestia contra todo pronóstico.
Yo que ya había visto bastante me marché con la grata sensación de haber entendido por fin por qué a tanta gente le apasiona el mundo de los cuernos y las lentejuelas, y por qué otra gente se siente horrorizada por el mundo del frio acero y los charcos de sangre. Aquello fue una preciosa revelación y un momento bien aprovechado desde el punto de vista filosófico.
En los dos "bandos", completamente antagónicos por desgracia, supongo que habrá buenas personas, no me atrevo a decir muchísimas, pero digamos muchas ¿Qué les parece?. Muchas personas, decía, que por un lado son capaces de conmoverse y ver la poesía de un ritual tan atávico y primitivo (y tan honesto en su salvajismo) y por el otro lado las personas que si ya por el hecho de que un animal tenga que ser sacrificado todo eso les produce una repugnancia moral indecible, hacer fiesta, Fiesta Nacional en concreto de todo el asunto es poco menos que una barbarie.
Unos defienden una tradición tan directa, en que la muerte es muerte y por lo tanto hay cadáver que arrastrar, en contraste con la batalla ritual del futbol (dentro y fuera del campo) o la violencia de los boxeadores que se quedan tontos de tanto puñetazo trapero en lugar de sacarse rápida y limpiamente las tripas con un gladius o un tridente, por no empezar a hablar de esas bombas humanas que matan a cincuenta en Basora pero que no llega ni un dedo, ni un ojo, ni una dentadura arrancada a la comodidad de sus hogares para que no afecte a su modus vivendi y a su postmodernismo fantoche.
Los otros viendo la deriva, sublimaciones y usos con menos estertores de otros entretenimientos y guerras virtuales lejos de su casa, ven indigno, propio de canallas, ni ritual ni la madre que los parió a todos, que media docena de cabestros entretengan a otros cientos o miles, dando para el pelo al astado hasta terminar por matarlo, y la muerte, ya se sabe es cruda, sucia y huele a mierda. Pura tortura vaya, con pasodobles y monteras, pero tortura.
¿Ven la relación entre boxeo y toros?
Y no puedo más que estar bastante de acuerdo con ambos, con algunos matices importantes que no voy a sacar a colación. Entender ambas sensibilidades, sin embargo, es la posición perfecta para que a uno le lluevan hostias hasta por la sobaquera. Ya ven que muchas cosas raras son posibles en este país como ser homosexual y de ultraderecha, o dárselas de oprimido y víctima y trotar por las calles como un nacionalsocialista de pro en el Berlín del 33 (en euskera se dice abertzale) y llevar la alegría de la raza a base de balas a vecinos y extraños, que un imbécil o imbécila llegue a ministro o ministra etc. con estos ejemplos tan claros como reales no se extrañen por lo tanto de que alguien pueda entender y compartir algo de ambas partes de un asunto tan manipulado por Tirios y Troyanos, y varios cientos de hijos de puta.
Pero de momento hablamos de buenos sentimientos y de buenas personas, digamos muchas porque hoy me siento lleno de esperanza y preñado de alegría por vivir en el mejor de los mundos. Gente que honestamente, de corazón y cabeza, está cargada de emoción, sentido y sensibilidad y con esos presupuestos personales e intransferibles apoyan sus queridas corridas; o personas con exactamente las mismas capacidades y los mismos presupuestos morales pero que preferirían que dichas corridas terminen de una vez por todas a nivel galáctico. Si fuera una película podría titularse "Los últimos de Filipinas contra Otro mundo es posible sin toros", in 3-d of course. Hasta allí llega mi entendimiento y mi simpatía, no doy más de mí.
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Ahora hablemos un rato de los hijosdeputa, que es la gente que a mí más me gusta, no porque sean especialmente atractivos, ni complejos, sino porque abundan tanto que es un gusto poder casi escribir al dictado asomándose a una ventana.
Para empezar, empezar muy mal dirán muchos porque soy un perverso y un sádico, diré que a mí el toro me importa un comino, es más, me importa tanto como si a más de un pit-bull de simpáticos amantes de los canes les dieran una buena ración de albóndigas con estricnina, es decir: Nada. Es tanta mi crueldad, mi falta de corazón y mi necesidad de tratamiento psiquiátrico duro en celda acolchada, que me importa un carajo que los japoneses e islandeses cacen ballenas o que Pepín y Luisita merienden un bocadillo de espetec Casa Tarradellas, espetec anti-taurino, proveniente de la carne de un cerdo brutalmente cebado, torturado, vejado, posiblemente hasta violado por algún zoofilo españolista y después salvajemente descuartizado para convertirlo en crueles embutidos que saben a muerte y a sufrimiento.
Con tanta insensibilidad y pura maldad satánica entenderán entonces que vea con ojos bizcos tanta monserga animalista.
¿Qué quieren que les diga sin soltar muchos truenos? Ese movimiento urbanita de "gente aburrida de la gente", cuando no desengañada de la misma, que paga sus frustraciones a costa de humanizar a unos pobres animales que no les han hecho ningún mal me parece algo muy sintomático.
Me suena mucho a un minero hablando de cohetes interplanetarios o un músico hablando del desarrollo embrionario del pollo japonés, una pura impostura. Hay buena gente, que la hay repito, pero lo que abunda es el memo, el alérgico al polen y el poseedor de productos Apple. Entretenimiento de clases medias, de viejas actrices francesas afiliadas al Front national o subnormales siliconadas raspando los últimos coletazos de la fama que han cambiado los barbitúricos y la coca por las foquitas del amazonas, hasta que alguien les dice que poco Amazonas nos queda ya y que además nunca han vivido focas por allá. Modas, modos y manías tienen mucho más que ver con las épocas que con el corazón y los sentimientos, mucho más de lo de Vds. se creen.
Dentro de estos caldos vegetales, tan humanos y comprensibles, la peor clase de individuos son los "portaestandartes", los hardcore, los fanáticos del ajo y el pepino. Los que más menean la pancarta, pasan lista en la manifa, gritan divertidos chascarrillos inventados la noche (insomne, pero creativa) anterior y cuando aparece la madera se entregan con un placer mesiánico a los horrores de que no les dejen fumar en la celda y que el café que les ofrecen no sea solidario, y sea además tan malo, durante las larguísimas pocas horas que están detenidos por tirar coles a una carnicería o cortar la calle en protesta por esos derechos humanos de las serpientes de cascabel que no terminan por legislarse. Soy una mala persona, lo sé.
Como en todo hay grados, los verdaderos imbéciles y fanáticos pasan días o semanas y marcan las pareces de su celda con mierda (completamente biodegradable) pintando signos de dólar en lugar de palitroques para marcar los días, soñando con los réditos que van a sacar gracias a la operación "+15 carisma +1000 gold", antes conocida como "muerte a los transgénicos y revolución politico-agropecuaria". Les daría varios nombres pero como no puedo darles tantos nombres de toreros, hoy que apuesto por la prudencia y la equidistancia, me callo y me río solo.
Esta es la ética y el sentido común de los portaestandartes.
El "portaestandarte", heraldos del apocalipsis todos ellos, patizambos mentales muchos de ellos, mienten cuando tienen que mentir, exageran cuando no pueden mentir y si son pillados en falta y no pueden mentir, rebufan y se sienten atacados por la enésima conjuración cripto-fascista-masónica-troskista orquestada por los sionistas, las empresas farmacéuticas y una conocida empresa de chupetes.
A pesar de ser banderines de lo suyo, son los más corruptos e hipócritas, por supuesto su causa es lo primero pero siempre es un medio, nunca un fin, y si "aquello" se puede enganchar con un puestito seguro a costa a reenganchar y remendar otras tres o cuatro causas peregrinas en el descolorido trapo ¡bienvenida sea la oportunidad! "¿No dicen que la unión hace la fuerza?, ¿No dicen que un hombre debe mirar por su futuro?".
Si hay algo de lo que que me congratulo es que hoy se llevan palos todos, hasta yo mismo que soy un insensible y un fascista torturador de gatitos, o un joputa a secas, según sea el avispado lector que haya llegado hasta esta línea, si es que alguno llega alguna vez.
Por el lado de la caterva taurina, que no despierta mis simpatía todo sea dicho, aunque también sea cierto que por motivos geográficos no la he sufrido en demasía (posiblemente si hubiera nacido en otro sitio sería un furioso anti-taurino, o me haría llamar Lola, o sería informático, o vendedor de seguros, o hasta estaría en la cárcel por exhibicionista ¡ah la vida y sus circunstancias!) y por lo tanto sus esencias y tradiciones patrias me quedan muy, pero que muy lejos, más de lo mismo. Estas esencias tan cerriles vienen de los polvos que vienen, y muchos, pobres idiotas, lo mismo las utilizan con un orgullo propio de esas medallitas de latón que ponen a los ataúdes encima de la bandera, que otros gatos pardos, con raciones enlatadas de otros sabores y otras banderas pero igual de paletos, se las echan a la cara de una manera que recuerda mucho al estilo de humor de los Monty Python por no citar alguna obrita de Samuel Beckett.
Ni la monstruosa España se rompe, ni se pierden valores cañís (ahí están Euskadi o Cataluña actualmente manteniendo ese gran valor de "lo castizo, lo cerril y lo cutre", y además fortaleciéndolo, mientras en el resto de España se avanza, lentamente y hacia ninguna parte, pero parece que avanza, igual es que va hacía atrás y el movimiento desorienta), ni siquiera se van a quedar sin sus toros de mierda: En Cataluña pueden montar corridas ilegales en los pasillos de sus casas, o bien desplazarse a otras provincias más liberales con asuntos de cuernos a ver el degüelle de estos astados o como ocurre de vez en cuando el de algún torero. Vale ya de tanto victimismo que ese traje les queda muy grande.
Lo que más me revienta es que tanto "portaestandarte hijodeputa", hablando con propiedad, y la docena de comparsas más cercanas que suelen llevar en régimen de semi-esclavitud, es que parece ser que son, y nadie les lleva la contraria curiosamente, los que dictan los valores de pertenencia y otorgan los sellos del certificado de "Puro y buen ......." (añadir al gusto) a cambio de hacer, un poco más, el imbécil unas horas a la semana y seguirles en su maldita conga (el baile de los mermados mentales) ciegamente y seguirles la cuerda, aunque esta cuerda, casi soga lleve a un acantilado desde el que se van a despeñar todos juntos al mar del cretinismo. Esto se puede achacar a los taurinos más cafres, y a sus contrarios del mismo pelo y ganadería.
Yo ya veo con mucha resignación, ergo derrota y cansancio, que las mayores memeces sean el debate nacional y las gilipolleces más cazurras las victorias cósmicas de una política tercermundista. Lo más triste es que del "panem et circenses" vamos pasando poco a poco al poquísimo pan y los circos los van quitando y prohibiendo en nombre de la moral, la ética y las buenas costumbres, que son las excusas y disfraces de una sociedad neurótica y paranoide donde lo que importa es joder bien jodidas las diversiones que pueda tener el vecino, que es un sádico y un salvaje. Vaya panda de hijos de puta, tanto unos como otros.
4 comentarios:
Yo conozco a un interfecto que se escandalizaba airadamente por el lanzamiento de un simulador de toreo para PC. Vamos, que al muchacho le parecía mal hasta matar a un pobre torito de píxeles y polígonos.
Un tiempo después este mismo individuo se me quejaba amargamente de que en el Fallout 3 no le dejaran matar niños...
Dicho esto, como entre por aquí algún perroflauta de los de pisazo en plena Diagonal y barretina calada a rosca, nos vamos a reir mucho todos...
Hola Vladimir!
Muchas gracias por tu comentario.
Por eso insisto, otra vez, que hay gente buena atrapada como un bocadillo entre tanto majadero de uno y otro lado, gente honesta con sus sensibilidades y su pensamiento, que es muy respetable aunque no se compartan sus puntos de vista.
Lo repito porque lo abundante son los casos "contradictorios", como éste que tú cuentas que tiene mucha miga, o la peña que se troncha con toreros ensartados en pitones mientras sufren como monjitas de clausura viendo al morlaco lleno de banderillas.
Antiguamente la contradicción era un signo de humanidad y autonomía, hoy en día parece ser que es el saco roto en el que caen tantos imbéciles que no piensan lo que piensan, porque ni siquiera saben lo que piensan, pero a los que hay que aguantar el hermoso chorro de voz continuo del que hacen gala por los motivos más peregrinos.
El puritanismo sigue muy de moda, junto con su prima hermana la señorita hipocresía; y la llamada tolerancia ya no sabe nadie si sabía a piña o a fresa, porque al parecer hoy en día casi todo es completamente intolerable para alguien: Donde se puede prohibir se prohíbe para que ningún ofendido tenga que sufrir, ni se traumatice o se haga un esguince moral con el ejercicio de convivencia social.
¡Qué puta caverna, amigo!
Del mismo modo que, fíjese Parado, a mí me da por ahijar las comillas que vienen sin ahijar a quien las hizo: "Los animales acosados hacen prodigios para escapar de los despedazadores". Vendrá de ahí la contradicción, quién sabe. Y así, hilando, reconozco la existencia de unas diez o doce formas muy disfrutables y francamente prodigiosas de ver a un tipo enhebrado a los cuernos de un toro, al tiempo que todo lo demás me sobra y me repugna. Vivo en contradicción, un crimen. Será que yo soy mucho peor persona que usted.
Saludos.
Mi amigo Luís:
La miga de la cuestión es precisamente esa que tú tan bien has relatado. El problema es que no entiendo, no comprendo, cómo es que si a algunas personas le tira la sangre y la muerte, no gozan hasta el éxtasis con la "tortura" y la "masacre" como presuntamente hacen los taurinos (que deben beber sangre todas las noches y comer niños sin bautizar), y sólo lo hacen cuando un torero, gajes del oficio todo sea dicho, es ensartado como un pincho moruno y meneado como un pelele de trapo. Si el toro no es sólo un símbolo sino un animal de carne y hueso, el torero no sólo se merece los mismos presupuestos, sino que además suelen ser, según me han dicho, homo sapiens y muchos con hijos.
Estos temas están preñados de recorridos y fantasmas propios y a cada uno le tocan en la rifa de la vida los símbolos propios con los que se debe romper los cuernos, o no y aplaudirlos. En mi caso como con respecto a este tema no hay ni gozo ni dolor, me fascina la cantidad de rabia y sinsentidos que genera su discusión.
También hay gente que justifica que cuando las tropas soviéticas entraran en Berlín violaran y pasaran a cuchillo a media ciudad alegremente por aquello de la justicia poética y las barbaridades de la Wehrmacht y las S.S (ando releyendo el "Berlín" de Beevor); a mí esa venganza, esa misantropía animalista me parece más una lucha contra no sé qué sombras que una lucha para que no se maten más toros en las plazas.
Digo yo que se podrían poner cuotas de cogidas por decreto y así los taurinos y los antitaurinos podrian asistir juntos a las plazas que es lo que parece que a veces piden a gritos.
¡Un abrazo!
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