Nuestras queridas amigas, hermanas, madres, primas, compañeras y amantes, no amantes no, siguen contando los ángulos de las paredes que encierran sus mayores angustias en sus noches más oscuras. Así no pega ojo nadie, qué les voy a decir que no sepan.
Tensión nerviosa, dudas morales, reproches, culpabilidad, deseo desbocado, dramones arrebatadores... ¡Lo que han sufrido nuestras abuelas!
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